¿Cuántos libros han sido denominados “imposibles de adoptar”? Cientos. Ahora, estas novelas y cuentos han sido adaptadas de todas formas. Supongo que se tratara de que los cineastas detrás de cada proyecto buscaban superar un desafío, incluso si a la larga no consiguieron superarlo. En lo que concierne a El Principito, déjenme ser esa persona que diga y mantenga que la novela de Antoine de Saint-Exupéry es imposible de adaptar de manera atrapante y fiel. Es por eso que tengo un gran respeto por el director Mark Osborne y la guionista Irena Brignull por no caer en la tentación del desafío y optar por entender e interpretar la maravillosa historia. En vez de contarla sin más.
El film se abre en una ciudad liderada por el orden y las obligaciones. Queriendo entrar a la mejor escuela de la misma, una madre y su hija se mudan en el entorno de este instituto. Viviendo bajo un control absoluto, sus días sufren un giro debido a la actitud de su nuevo vecino, un anciano tan excéntrico como intrépido. Este hombre solitario comienza a interesarse por sus vecinas, y cuando la más joven permanece sola y aburrida, él le ofrece la posibilidad de leer una preciada historia de su supuesto pasado: un cuento llamado El Principito.
Este fragmento de la cinta ayuda a comprender como El Principito es tres películas diferentes barajadas entre sí. La primera es esa trama explicada, que rodea a la segunda película, siendo esta segunda el relato de El Principito en cuestión. Además, una tercera cinta entra en juego para combinar el mundo de las otras dos. Una que juega con los elementos del libro desde otro ángulo y se convierte en algo propio.
Es indudable que los fragmentos que narran el cuento de El principito son los mejores, por el simple hecho de que el libro de Saint-Exupéry es extraordinario. Esas maravillas quedan plasmadas en pantalla, y en ese logro, el film también enseña lo difícil que sería hacer un largometraje completo solo con esa historia. Es ahí donde entra, no un relleno, sino un relato paralelo y asociado a la fuente.
La delicadez con la que actúa la narración principal, con personajes como el del anciano o la joven en un mundo moderno, procuran ser respetuosas con el material de Saint-Exupéry. Aunque, ese deseo de ser algo original no vive hasta su tercer acto, donde fusiona todo y pierde su rumbo. Conforme con las dos primeras partes, y la emocionante forma en la que concluye, debo reconocer que el trabajo de este film es envidiable por momentos, pero no es lo más entretenido que haya visto. Mientras El Principito en sí es lo mejor del proyecto, lo creado desde cero carece del mismo encanto. Dicho eso, podemos partir de que competir con el libro de Saint-Exupéry tampoco es una tarea sencilla.
Aun sin pertenecer a Pixar, Dreamworks o Blue Sky Studios, la animación es otro de los fuertes. Especialmente cuando mezcla más de una. La historia de la joven y el anciano utiliza un diseño convencional, pero todos los pasajes de El Principito son amparados con un trato único. El aspecto de estas secuencias luce cierta animación realizada a mano en la que los personajes parecen creados con papel. Esto le permite a la película separar lo nuevo de lo ya establecido, y a su vez le dejaría a alguien quedarse con esos fragmentos y montar un pequeño y encantador corto que adapte el libro en cuestión.
El Principito no es el film animado más entretenido, pero sacrifica eso a cambio de entender el relato en el que se basa, jugando con sus temas desde otro punto de vista. Sin embargo, el tercer acto arruina un poco esas intenciones, funcionando como una clásica conclusión al cine animado tradicional. Aún así, esto no compromete la esencia del proyecto, y el producto termina siendo satisfactorio. Pero lo que es más importante, el mismo cuida y ofrece la historia que representa en buenas condiciones. Y si bien preferiría que los más jóvenes disfrutaran leyendo este relato clásico, exponerse a él de esta manera es completamente valido.