En sus peores etapas, la humanidad ha demostrado ser egoísta, destructiva y decepcionante. Aunque, esos no son los únicos aspectos que nos representan como especie; y milagrosamente, lejos del cine más lúgubre o serio que constantemente aparece por nuestras pantallas, lo nuevo de Ridley Scott plantea una historia con todas las actitudes positivas al frente. Aun dentro de una narrativa espacial, The Martian es una experiencia completamente humana.
Imaginen quedar varados en el lugar más desolado del planeta. Sin ningún contacto humano y pocas esperanzas de sobrevivir o de salir de ese lugar. Sería una mala experiencia imagino, algo similar a Naufrago si se quiere. Ahora, si se imaginan esa situación potenciada, seguro llegaran al caso de Mark Watney (Matt Damon), quien, en vez de permanecer en algún lugar remoto de la Tierra, es abandonado en Marte en esta adaptación de la novela de Andy Weir.
Tras un percance en una misión rutinaria a Marte, los tripulantes del Ares III asumen la muerte de Watney al verlo perderse dentro de una tormenta. Dicha muerte es anunciada rápidamente por la NASA, sin embargo, la organización entra en pánico al descubrir que Watney aún sigue con vida. Esto activa una alerta en el mundo entero en la que la salvación de un hombre lo es todo. Todos por la vida de uno, lo cual involucra a varias naciones, la NASA, la tripulación del Ares III y del mismo Watney; quien deberá ingeniárselas para sobrevivir en el planeta rojo. De modo que aún exista alguien para salvar para cuando la ayuda llegue.
Si miramos con una lupa, en Misión Rescate hay distintos puntos de vista, que concluyen en decisiones realizadas por diversas nociones. Aunque, el objetivo en la mente de todos es el mismo: salvar a Mark Watney. Con ese objetivo, es factible levantar la lupa y analizar el ingenio de este relato optimista. Dado que, en su núcleo, el mismo pretende enseñar la hora en la que la raza humana se comporta específicamente como tal, y por lo tanto todos nos volvemos uno.
The Martian retrata un instante en el que un acontecimiento más grande que nuestra especie se alza y se interpone en nuestro camino. Ahora, tratándose de ciencia ficción, el mencionado hecho que une no es ninguna invasión extraterrestre que necesita la ayuda de todos para ser evitada. No, esta historia humana comienza y termina con la imagen de un humano en aprietos. Ese es Mark Watney, un experimentado botánico convertido en astronauta, vagando por un reducido espacio de Marte sin provisiones suficientes y a merced de su propio intelecto como única herramienta para sobrevivir. De por sí, simpatizarse con él y reconocer su astucia es inevitable, pero Matt Damon es quien le ofrece algo más al personaje. De por sí es difícil ser el centro de atención en un film de más de dos horas, pero comandar la mitad del mismo completamente solo es otra situación. Durante varios minutos, Damon habla con una cámara documentando sus días en Marte, creando distintas formas de evitar la muerte, los peligros y hasta el tedio, viéndolo realizar múltiples actos cómicos. Si bien esto no es lo único que ofrece el film, si es una parte básica, y la misma nunca deja de ser disfrutable.
Este es el tipo de proyecto al que solemos denominar un show de un solo hombre, pero hay más que Matt Damon en el mismo. El protagonista dispara una historia paralela que activa esa pieza humana. Si bien es un director caracterizado por historias de ciencia ficción muy alejadas de la realidad con tintes algo sombríos, Ridley Scott ofrece su mejor trabajo en mucho tiempo con The Martian. Ciertamente, Prometeo, The Counselor y Red de Mentiras (Éxodo: Dioses y Reyes no) son trabajos de interés, pero ninguno se acerca al grado de solidez y entusiasmo propuesto por esta nueva pieza. Parte del credito también recae en Drew Goddard (The Cabin in the Woods), el encargado de adaptar la obra de Andy Weir. Goddard sabe cómo avanzar una historia, y en este caso, el avanza por la vía del humor, impulsando secuencias sorprendentemente cómicas. En parte gracias a las decisiones musicales de la cinta, las cuales garantizan una o dos carcajadas.
A medida que disfrutamos los esfuerzos de Mark Watney por sobrevivir, demostrando ser uno de los humanos más ingeniosos, en la Tierra encontramos la misma cantidad de intriga y dinamismo por parte de los planes por salvar a Watney. Entre ambas partes de la historia y la buena tensión durante los minutos finales, la película construye una memorable imagen de los humanos como especie. Una mirada optimista que además de entretener al espectador, también lo inspira.
En The Martian, el mundo se une en contra de una amenaza exterior. Un dilema que no involucra a un estadounidense, involucra a un ser humano. Y como tal, está en el deber de su especie el rescatarlo y traerlo devuelta a casa. Ocurre con todas las especies, no se abandona a uno de los tuyos. Puede que el ser humano lo haga de vez en cuando, pero cuando el panorama es más grande que nosotros mismos, las cosas cambian y la salvación de uno significa una victoria sin igual. La película de Ridley Scott trata todo eso en una situación de pánico en la que nuestra forma de actuar es tan optimista, que la experiencia adquiere esa misma característica. Aunque sea a partir de ciencia ficción y por solo 140 minutos, uno vuelve a ver a la raza humana con optimismo. Un absoluto triunfo por parte de un film que además cautiva, entretiene y deslumbra en iguales dosis.