Supongo que estrenándose en diciembre, a pocas semanas de navidad, muchos pensaran que El Regalo, el debut como director de Joel Edgerton, es una suerte de thriller navideño que juega con los elementos de la época. Bueno, una parte es correcta. Y esa es la del thriller por supuesto. Aunque, aprovechando que la confusión navideña se dará de cualquier forma, se podría decir que lo que propone el film no es algo que uno desearía encontrar debajo del árbol. No por su calidad, la cual excede su simple promesa, sino por la retorcida naturaleza del asunto.
Iniciando desde un punto alegre y hasta inocente, la postura del trabajo de Edgerton supone que sus personajes y espectadores sean guiados por él mismo hacia la oscuridad. Literal y figurativamente hablando. Sera fácil decir que no es lo más retorcido que ha pasado por el cine, pero bajo una mitad demasiado suave y predecible se esconde otra cara que requiere ingenio para ejecutarla como es debido. Ingenio que aparece desde el segundo en que se nos hace pensar que estamos a salvo y conocemos esta historia. Incluso yo pensé de esa forma, pero la inteligencia de Edgerton pudo más.
Dejando que la cinta siga su curso para aquellos que acepten su propuesta, la misma se inicia con Simon (Jason Bateman) y Robyn (Rebecca Hall), una pareja mudándose a un nuevo hogar. Todo es alegría y buenas intenciones para ambos, al menos hasta que una figura del pasado regresa a la vida de Simon. Nadie especifico, solo Gordo (Joel Edgerton), un antiguo compañero que intenta pasar el mayor tiempo posible con este matrimonio perfecto. Algo que se vuelve siniestro para Simon, viendo la cantidad de regalos que su compañero les ofrece y la cómoda forma en que los trata, cuando nunca han sido realmente amigos. Buscando una salida, la relación de Simon y Robyn se torcerá con la llegada de esta tercera persona, cuyas intenciones son especialmente inciertas.
Qué no quepa duda, este no es ningún thriller sin precedente. De hecho, podríamos señalarlo como un leve esfuerzo por parte de alguien como David Fincher. Lo que importa en esta ocasión no son sus revelaciones, sino cómo el libreto y el hombre detrás de la cámara las introduce. Cuando uno se las imagina o las escucha, no dicen demasiado, pero sí tienen un efecto magnifico en la narración, una vez que la pensamos en retrospectiva. Esto no significa que hay pequeños fragmentos que solo serán vistos con una segunda mirada, sin embargo, en torno a los giros, los tres personajes principales reciben un gran desarrollo por su culpa. Cierta realidad que solidifica a un film que pierde los papeles narrativamente.
Los cambios que sufre el film funcionan debido al buen triangulo dramático reunido. Eso refiere a los tres personajes bien formados y a los actores que los representan. Cada quien tiene con qué brillar. Por un lado, Joel Edgerton ya tiene suficiente crédito habiendo escrito y dirigido la película, pero su adición como Gordo es especialmente siniestra y le da la posibilidad de tratar con un papel poco común en su carrera. Pasando a la pareja, me da gran felicidad ver que Rebecca Hall cuente con el papel principal, dado que merece más protagónicos de los que suele conseguir. Además, el personaje de Robyn requiere más que el de la tradicional esposa asustada. Hall debe tratar con la paranoia provocada por Gordo, y ella se luce.
Sobre lo que significa lucirse, Jason Bateman es la mayor sorpresa. Los primeros dos tercios no le dan mucho al actor cómico, sin embargo, la conclusión recae completamente en sus hombros. De fallar, todo se vendría abajo, pero Bateman, que curiosamente también tuvo su debut como director recientemente, cumple con creces y logra que el final atrape como lo hace.
Con su elenco y la forma en que decide avanzar el argumento, Edgerton se enfrenta al espectador de forma que éste no sepa qué esperar. Eso significa mover las cosas con paciencia y hacernos creer que vemos una película sin demasiadas ambiciones. Esa es su estrategia: tranquilizarnos. Actuando igual que Gordo, la amabilidad inicial de la película encierra algo más, como los múltiples regalos por parte del personaje. Para cuando el último por fin llega, el mismo incluye una gélida sensación final que combina pena, enojo, justicia y miedo. Y es eso lo que importa, entendiendo el tipo de historia que El Regalo se adentra a contar. Finalmente, probara encantarnos con alternativas de lo visto, y su engaño mental nos recuerda al que sufre la pareja protagonista, pero, el envoltorio de este presente sigue asegurando una cosa ante nada. Que dejemos la butaca algo perturbados.