A veces, cuando uno acepta ver todo el cine que pueda, ciertos prejuicios son inevitables, tanto así que una experiencia en el cine se ve y se siente como una trampa. Adentrándose en un producto como Tortugas Ninja 2: Fuera de las Sombras es difícil olvidar esos prejuicios, ya que todos los elementos de dicho film suponen un montón de desquiciadas premisas. Desquiciadas al menos para un cine serio que no puede lucir el carisma de un dibujo animado o un comic. Por eso cargar con prejuicios y ver la película de todas maneras es como caminar hacia una trampa. Aunque, siendo sincero, también puede ser una salvación.
Cuando uno baja sus expectativas, el resultado tiene mejores chances de sorprender, y eso mismo me ocurrió cuando me atreví a ver Tortugas Ninja en el 2014, una cinta con muy malas reseñas. Resultó medianamente decente, en torno a su bizarra propuesta de acción y escasas posibilidades de éxito. Ante esas posibilidades, el film de Jonathan Liebesman salió ileso, sin embargo, su secuela se las arregla para ser aquel producto que pensé que vería en 2014. En torno a lo que significa ver una superproducción insulsa, con un guion descartable y un puñado de actuaciones pésimas, Tortugas Ninja 2: Fuera de las Sombras cumple con los peores prejuicios imaginables.
No soy tonto, por lo que sé comprender el nivel de excentricidad que ofrece algo como Las Tortugas Ninja, por lo tanto, mis prejuicios no viven en la formalidad de ver una película sin tortugas adolecentes que hablan y tienen nombres de históricos pintores. No, eso no sería ser justo, dado que el grado de rareza es necesaria para cualquier tipo de producto bizarro, producto que siempre es bienvenido si sabe lo que hace. Fuera de las Sombras no lo sabe, e inmediatamente descarta el primer mandamiento de lo bizarro: el ingenio. ¿Por qué lo intercambia? Por más, porque en una secuela, aparentemente, más es mejor.
El error es común en Hollywood, pero de verdad es imperdonable en Tortugas Ninja 2. Me refiero a la noción que insiste en creer que lo infantil significa dejar de tratar. No lo es, más bien es pensar en el público objetivo. Algo que esta secuela no puede hacer, ya que no sabe a quién está dirigida. En principio buscará retomar los simples temas tratados por el primer film, pero pronto se convierte en un material que no sabe a dónde apuntar, pero aun dispara con sus factores novedosos e insultantes.
Basada en esa irresponsable doctrina de “más es mejor”, Tortugas Ninja 2 consigue ser uno de los peores ejemplos recientes, ya que todo lo que trae a la mesa carece de sentido o necesidad. Por supuesto, una continuación necesita traer algo novedoso, pero hay un límite, y el mismo logra convertirse en insulto cuando nada ni nadie es disfrutable, competente o creíble. El que quiera decir que Las Tortugas Ninja parten de la base de no ser creíbles está en lo correcto, pero aun viviendo en su tonto universo se espera algo que funcione. Como ejemplo práctico, tratándose de una película sobre superhéroes, se espera cierto interés en los villanos, y el mismo es inexistente. Una vez más, se trata de un concepto simple, pero entre sencillo e incompetente hay un paso, y es imperdonable que la gran amenaza en la historia solo aparezca en escena durante 15 minutos. En efecto, el villano principal aparece en escena durante un par de minutos para explicar que existe y que es maligno, y luego regresa en las últimas escenas para crear un conflicto que no propone ningún tipo de interés. Esa es la amenaza, y es lo que orquesta un relato de 100 minutos, por lo que el problema está a la vista desde muy temprano.
Esa última es solo una probada de la pereza narrativa y cinematográfica. Donde de verdad hay esfuerzo es en verse mal, y eso se consigue trabajando con un elenco que claramente no quiere estar ahí o solamente sonríe mientras hace el ridículo. Es posible explicar la falta de interés solo con uno de los nuevos personajes en el film. Me refiero a Casey Jones, interpretado por el protagonista de Arrow, Stephen Amell. No importa si fue por las indicaciones del director Dave Green o el catastrófico guion, el trabajo de Amell es odioso actuando notoriamente molesto y creyendo que tiene un papel icónico entre manos. La cruda verdad es que no lo tiene, pero eso no detiene al film de atragantarnos con su personaje hasta que deseemos verlo intercambiado por alguno de las criaturas digitales que habitan en el film. Unas que encima de todo dan mejores interpretaciones que la de Amell.
Nada de lo novedoso funciona, y es así que Fuera de las Sombras acaba aferrándose a lo poco que Tortugas Ninja había acertado la primera vez. La acción ya no tiene el mismo efecto, y además se rebaja a copiar una de las mejores escenas del primer film. Lo que funcionaba de aquella persecución en la nieve la primera vez, ya no sirve cuando ocurre en un rio para esta ocasión. Y eso no es todo, el climax también es similar, e incluso se suma al cansado club de las conclusiones en que se abre un portal intergaláctico desde el cielo. Como dije antes, pereza…
En lo que concierne a los protagonistas digitales, estoy asombrado de lo poco disfrutables que acaban siendo. Son cuatro tortugas parlantes que saben artes marciales, y, aun así, dos o tres de ellas carecen de humor alguno. Diría más, de hecho, están la mayor parte del tiempo enojadas, algo que saca cualquier tipo de disfrute. Quizá hay algo que no comprenda, pero se supone que los protagonistas son héroes que disfrutan salvando al mundo y siendo adolecentes. En esta ocasión parecen personajes cansados y amargados, algo que podría tener sentido si creemos que han madurado, pero no, al igual que este film, estos personajes no saben en qué película están, y pasan de algo tonto a algo serio y de a algo para niños a algo para nadie.
Desesperada por saltar a las escenas de acción y a los chistes obvios, el libreto de Fuera de las Sombras parece un borrador en el que los diálogos se ven venir y todo es ideado para espectadores de escasa comprensión. La excusa para todo es hacer creer al espectador que hacer cine para niños absuelve de todo, pero no lo hace, sino que demuestra la falta de interés cuando hay poco para redimir. Si, en el mundo de las continuaciones es posible llevar a cabo un “más es mejor”, siempre y cuando ese “más” sea bueno. Referente a Tortugas Ninja 2, ese “más” es absolutamente mediocre.
Nunca vi la 1, porque esta Michael Explosiones Bay de productor, cuando me enteré de la 2 dije más de lo mismo. Cine basura es esto al igual que transformers.