Una pareja dispareja de detectives, una desaparición, corrupción, asesinos y una larga lista de pistas. Todo en la ciudad de Los Ángeles en los 70, acompañado por nada más y nada menos que Ryan Gosling y Russell Crowe. ¿Hay algo que falte? Pues no, absolutamente nada, refiriéndome a una de las mejores producciones que nos ha regalado el 2016 y otro fantástico esfuerzo por parte de Shane Black (Kiss Kiss Bang Bang), quien regresa al cine que conoce en la mejor de las formas. Golpeando todos los puntos correctos y con un humor agudo y extraño, The Nice Guys es el tipo de película que vale la pena esperar, ya que hace exactamente todo lo que uno espera de su género y se convierte en un clásico instantáneo dentro del mismo.
Puede que lleve el título de Dos Tipos Peligrosos en español, pero debo persistir e intentar mantener el nombre original: Dos Tipos Buenos (The Nice Guys). ¿Peligrosos? Por ser impredecibles quizá, pero lo cierto es que los dos protagonistas del film no se caracterizan por el peligro, sino que destacan por sus defectos. Son fallidos, tienen una falta de ética y su concepción del trabajo honesto es algo cuestionable. ¿Son decentes? No mucho. ¿Son de confianza? En parte. Digamos que al final del día simplemente tienen buenas intenciones. Son tipos buenos.
Esos tipos buenos son Jackson Healy (Russell Crowe) y Holland March (Ryan Gosling), un par de justicieros a sueldo cuyas técnicas son cuestionables. El primero ofrece palizas a malas personas y el segundo es un detective privado con habilidad y poca ética a la hora de tratar con sus clientes. Este par se tropieza por pura casualidad, y esa casualidad los arroja a un misterio que involucra un posible secuestro, un par de cadáveres y a la enrome industria pornográfica de los años 70.
Más allá del talento de Shane Black, las intenciones y la ejecución son simples. Black sabe cómo trabajar sobre un molde claro por lo que fabrica una historia atractiva que interesa lo suficiente mientras disfrutamos de la verdadera genialidad en The Nice Guys. Todo está en el conocimiento del cineasta, en como construye personajes disfrutables y más que defectuosos. Esos defectos chocan para desgracia de los protagonistas, pero provocan un puñado de momentos memorables y de humor dorado. Por un lado, el alcoholismo de March lo detiene de utilizar sus verdaderas habilidades y pone a su pequeña hija como la verdadera persona responsable. Mientras que Healy utiliza la violencia como primera herramienta. Como personajes son sencillos, pero la química que se forja entre ellos es algo perfecto.
Siendo un maestro del género, y créanme, se requiere habilidad para serlo, Black suma recursos curiosos dentro de su excelente libreto. Con eso me refiero a momentos bastante surrealistas que entran en juego gracias al personaje de Gosling, cuyo alcoholismo lo hacen un protagonista poco confiable. Crowe y Healy son más obvios, y francamente parece que Black escribió el mencionado rol con este mismo actor en mente.
Otro punto de interés es la caracterización de los villanos, quienes son dibujados con bastante color. El giro del guion es dejar a The Nice Guys sin un antagonista claro durante gran parte de su duración, ya que casi no existe uno. Para resolver eso, la película subraya a los villanos secundarios, dándoles apariencias, vestimentas y actitudes memorables. Es algo muy sencillo para distinguir a un villano de otro y hace todo más fácil para Black, quien prefiere, y con razón, pasar más tiempo con los protagonistas. En ningún momento se ve obligado a crear escenas centradas en los antagonistas ya que los héroes tienen todo para comandar la atención. Además, más información de los villanos arruinaría cierta parte del misterio en el argumento.
El ritmo de Dos Tipos Peligrosos acaba convirtiéndola en una de las películas del año, y probablemente una suerte de obra maestra dentro del género. Puede que a raíz de su escaso éxito no se convierta en una Arma Letal (también escrita por Shane Black), pero francamente hay material mejor logrado en esta pareja dispareja que en aquella formada por Mel Gibson y Danny Glover. Las vibraciones de esta nueva comedia provienen de ese ritmo en todo aspecto, principalmente en el humor, que siempre está vivo de una manera distinta. En algunos momentos se apoya en lo básico, en el choque de los dos personajes, pero hay más que eso, con trozos de humor negro, chistes basados en la violencia y aquellas bromas con remate a largo plazo. Todo funciona referente a las risas, y ellas acompañan el disfrute que esta aventura ya ofrece por sí sola.
Personajes aparte, Shane Black se siente inspirado con los años 70, y la época se siente genuina. Ese atractivo le da cierta vida a la producción, incluyendo situaciones y chistes que solo son posibles a base de tener un argumento que toma lugar en 1977. Tanto el personaje de Healy como March sirven un tipo de justicia privada, algo bastante ilustre de la época, una que ha sido dueña de cantidades de historias noir. Con los detectives y los secuestros, este también es un relato noir, solo que mucho más caricaturesco.
Las interpretaciones de estos memorables personajes se quedan con la mayor parte del crédito en The Nice Guys, ya que son los tres protagonistas quienes le dan vida al entretenimiento. Por un lado, tenemos a un Ryan Gosling luciendo su imperfección, fabricando risas con un personaje que pasa todo el film siendo bastante incompetente y descuidado. Estos son elementos que garantizan su carisma como personaje, pero nunca lo hacen alguien odioso, ya que Black le da razones a Gosling para comportarse como lo hace. Del otro lado tenemos a Russell Crowe con un notorio entusiasmo sobre Healy. El actor claramente se divierte interpretando su rol, especialmente cuando su química con Gosling se vuelve incuestionable.
Por último, la tercera protagonista, que realmente se gana su mención, es la joven Angourie Rice, quien interpreta a la independiente y joven hija de March. Si se la compara con sus compañeros de elenco, la capacidad de Rice es enorme, parándose al lado de dos actores veteranos y poniéndose a su nivel, trabajando como una figura casi maternal para los dos protagonistas. Black ofrece algo extraño en ese solo factor, le otorga la voz de la razón a una joven, y ella hace un trabajo fantástico mientras “los hombres a cargo” se enfrentan a sus imperfecciones y tienen el deber de entretener al público.
Está claro que ninguno de los protagonistas en The Nice Guys es completamente incompetente. Todo lo contrario, Shane Black se encarga de hacer que ellos tengan razones para ser como son, logrando que el público la pase bien con ellos y a la vez tengan interés en lo que les ocurra. Definitivamente son cómicos, pero también humanos y realistas, al igual que el argumento que los rodea, especialmente cuando el mismo se vuelve un poco más cruel.
El cineasta al frente se preocupa por sus personajes, y los hace buenos en todos los sentidos de la palabra, definidos, no por sus logros, sino por sus defectos. Defectos por los que nunca se disculpan. Shane Black abraza los vicios y errores para convertir a March y a Healy en héroes de una película que acierta todos sus objetivos dentro del género al que se adhiere. Género que Black ayudó a reforzar con diversos clásicos y que ahora vuelve a hacer suyo con lo que seguramente sea su mejor película hasta la fecha. The Nice Guys es un indiscutible acierto, una fabulosa comedia de acción que derrama nostalgia y entretiene constantemente.