Con proyectos algo decepcionantes, Tim Burton ha pasado a ser víctima de sus éxitos. Recientemente se ha convertido en otro director acusado de haber perdido “su toque”, tropezando con proyectos que perfectamente podrían haber aprovechado sus habilidades. Definitivamente no hubo un choque entre ambas fuerzas cuando llegó la hora de estrenar Alicia en el País de las Maravillas o Sombras Tenebrosas. Pero este año, Burton persiste y se posiciona en una situación similar a las dos mencionadas, probando suerte con el relato de Miss Peregrine y los Niños Peculiares, escrito en novela por Ransom Riggs.
Como tantas otras en su filmografía, esta película trata con un material de sensibilidades y estilos que le quedan como un guante a Burton. Eso no es decir mucho, sabiendo como el director no se ha encontrado a sí mismo incluso en proyectos a su altura. Pero en comparación con sus últimos años de actividad, en esta ocasión, él distingue lo que quiere de la fuente. Sabe lo que la misma necesita, sabe dónde quiere dejar su marca y demuestra una confianza en la historia que cuenta, incluso si la misma no da la talla en sesión continua.
La película sigue a Jacob (Asa Butterfield), un joven de pocos amigos a quien conocemos en medio de un trágico episodio. Dicho episodio lo lleva a revisitar el pasado de su abuelo (Terence Stamp), el cual incluye diversos aspectos que parecen imposibles pero que pronto se vuelven realidad. Jacob viaja junto a su padre (Chris O’Dowd) a Inglaterra, donde descubre el hogar de Miss Peregrine (Eva Green), una misteriosa mujer que vive junto a un grupo de niños con habilidades especiales. Este descubrimiento llevará a Jacob por una aventura que desafiará sus concepciones de la realidad y le dejaran entender su verdadero propósito cuando sus nuevos amigos se ven amenazados por una fuerza tenebrosa.
Observando desde afuera a Miss Peregrine y los Niños Peculiares, Tim Burton es el punto de mira. Desde adentro es otra situación, ya que el material de Ransom Riggs muestra bastante personalidad y peso. El propio Burton reconoce un balance entre lo que cuenta y como quiere contarlo, y la fuente lo detiene de imponer un estilo visual que suponga demasiadas distracciones. El director pone su visión, pero la misma es amena y sobria cuando debe serlo. Algo que nunca significa un desinterés por su parte, sino que enseña sus deseos por dejar que la película y el relato respiren a su ritmo.
Esta adaptación ofrece más de dos horas de duración. Algo que no resulta problemático en manos de su realizador. Ahí entra ese respiro del relato, siendo contado con paciencia y con un tiempo merecido para cada punto del argumento. Esto de verdad se agradece en el tercer acto, cuando la cinta detiene sus explicaciones y juega con todo lo presentado. En ese instante es que Tim Burton se suelta un poco, ya que no se encuentra tan atado al desarrollo de la historia. El desatarse le permite entregar una extraña escena de acción (done el director hace un cameo) y otra serie de momentos muy curiosos que el espectador permite, incluso cuando su posibilidad no fue del todo subrayada en el inicio.
Adaptando la primera de tres novelas, es obvio que el guion de Jane Goldman (Stardust, Kingsman) está obligado a ofrecer explicaciones de todas las rarezas que hay dentro del relato de Riggs. Esas explicaciones no son para nada escasas, abriendo constantes incógnitas que mantienen al espectador algo perdido frente a otro mundo fantástico de novela juvenil, con sus propios nombres, lugares, mecanismos y villanos. En fin, otra cantidad de información para procesar dentro de un cine que a esta altura ha llenado la cabeza de la audiencia con tantos mundos imposibles. No obstante, el de Miss Peregrine es bienvenido por cómo se hace lógico cuando concluye.
Parándome del lado de lo que es el cine de Tim Burton, que es a lo que muchos se apuntaran cuando vean este producto, podría definir a Miss Peregrine y los Niños Peculiares como la X-Men de Tim Burton. Por supuesto, este relato no nació en la mente del director, pero es sencillo imaginar como él traduciría X-Men a su estilo y presentaría esto. Tampoco es decir que su nueva película es cine de superhéroes, para nada, pero hay unos cuantos parecidos entre esta historia y el mencionado comic de Marvel. Es solo que el lenguaje que utiliza la película es propio de aquellas adaptaciones de fantasía estrenadas en la década pasada. ¿Recuerdan? Me refiero a esas tantas que nunca llegaron a conseguir una secuela. Por cómo se presenta, Miss Peregrine tampoco espera una continuación (aunque no puedo hablar por el estudio que la produjo), por lo que la cinta intenta incluir la mayor cantidad de personalidad posible. Ahí entra Burton, listo para llenar el film con toda clase de elementos propios, como una pequeña inclusión de stop-motion, un diseño escalofriante y pintoresco, y hasta una secuencia gráficamente cómica que cuestiona la naturaleza del público objetivo. Aunque esa cuestión podría definirse diciendo que ésta no es una aventura para niños.
Con un excelente elenco dispuesto a jugar con sus roles, el mundo mágico de Miss Peregrine cobra vida con gran solidez. Ese mundo incluye monstruos, habilidades sobrenaturales y hasta viajes en el tiempo, lo que significa que hay mucho para procesar. Pero todo funciona, gracias a una adaptación que se toma su tiempo para que el espectador descubra la creación de Ransom Riggs. Esa creación es bastante extraña y su película extremadamente peculiar, pero también disfrutable. Podrá no ser el trabajo más creativo y propio de Tim Burton, pero eso es porque Miss Peregrine no es una producción de autor. Es una adaptación fantástica tradicional que aprovecha el toque de Burton, quien juega seguro y presenta una de sus piezas más completas de los últimos años.