El Diario de Bridget Jones se estrenó en 2001 y Al Borde de la Razón, su secuela, le dio un cierre a la serie en 2004. Por eso, 12 años más tarde, estoy completamente seguro de que nadie tenía esperanzas, o siquiera ansias, de ver un tercer capítulo de esta franquicia cómica. Sin embargo, El Bebé de Bridget Jones llega para contradecir toda noción referente a su serie, y lo hace de una manera tan inesperada como su propia existencia.
¿Qué se hace cuando una historia ya terminó y no queda nada más para contar? Pues se regresa al principio, poniendo a los personajes en una situación en la que todos los problemas que habían superado regresan. Es así como nos reencontramos con Bridget Jones (Renée Zellweger), sin su pareja perfecta, cometiendo los errores de su juventud y viviendo el día a día con uno de sus tropiezos habituales. Pasados los 40, su vida vuelve a estar tan perdida como siempre, y su actitud para mejorar la situación le ofrece un rumbo demasiado abrupto. Tras una noche romántica con Mark Darcy (Colin Firth), su novio de siempre, y otra con Jack (Patrick Dempsey), un desconocido en un festival de música, Bridget acaba embarazada. El problema es que no sabe quién de sus dos parejas será el padre de su futuro hijo.
La sorpresa que tiene Bridget Jones luego de 12 años sin protagonizar un film es tan imprevista como el hecho de volver a ver al personaje en pantalla grande. Uno pensaría que, después de tanto tiempo y de una secuela decepcionante, la calidad de esta nueva entrega debería estar oxidada, pero la serie ha sido revitalizada. Quizá el regreso de la directora original, Sharon Maguire, haga la diferencia, porque El Bebé de Bridget Jones cuenta con una energía muy notoria. Más allá de ser una secuela, la película casi se introduce como una nueva comedia romántica, regresando al personaje a su situación original y creándole un nuevo conflicto que perfectamente podría ser el argumento de una cinta sin información previa.
Uno podría apuntar a Maguire o también darle crédito al guion co-escrito por Helen Fielding, Dan Mazer y Emma Thompson (quien también tiene un papel protagónico en pantalla). El guion no es especialmente inteligente, pero si es eficiente para una comedia. Porque no hay que confundir géneros, El Bebe de Bridget Jones busca risas, y en esa búsqueda, el libreto se esfuerza por hacer que cada escena tenga algún fragmento de humor. No todo funciona, pero su esfuerzo es notorio y finalmente efectivo, ya que incluso con el ceño fruncido, los chistes son casi incesantes y uno finalmente cede a ellos. Eso es más de lo que puedo decir de la mitad de las comedias en este 2016.
Aun con el tiempo pasado, el personaje de Bridget Jones sigue siendo carismático, especialmente cuando se lo regresa a su statu quo. Una vez más, Bridget vuelve a tomar decisiones de las que inmediatamente se arrepiente, y eso la hace tan incómoda como cómica. En el tiempo desde la primera aparición de Bridget Jones en el cine hasta ahora, hemos tenido más personajes femeninos incomodos e imperfectos. Sin embargo, el regreso de esta protagonista y de Renée Zellweger demuestran cómo se hace, ya que Bridget Jones sigue resultando muy fresca incluso una década más tarde. Lo que demuestra que el género de la comedia romántica no ha avanzado demasiado.
La comedia romántica sigue estancada en el mismo lugar y El Bebé de Bridget Jones no cambia su lenguaje. Es obvia, predecible y sencilla. No obstante, toma todas las garantías de su género y hace lo mejor que puede con ellas. A gran sorpresa, incluso el elemental argumento inyecta algo más en la fórmula del triángulo amoroso. Durará solo unos segundos, pero su buena calidad lleva a que podamos pensar que el misterio va más allá de saber quién será el padre del bebé. En mi opinión, el interés reside en saber con quién se quedaría la protagonista más allá de quien sea el padre de su hijo. Es algo minúsculo, pero el solo hecho de que pueda pensar algo así en una película de esta clase significa que la misma está bien formada. Consigue ser varias cosas con energía y buena disposición: por un lado, es una de las comedias más decentes del 2016, por otro, es una buena secuela, y por último, se trata de una de esas continuaciones traídas de los pelos que resulta superior al realizar un buen trabajo.
El carisma en pantalla es una garantía con el sólido regreso de Zellweger y de Colin Firth, y con la adición de Patrick Dempsey, quien logra hacernos olvidar lo mucho que se extraña a Hugh Grant en esta tercera parte. Entonces, con un buen elenco, un buen guion y una actitud cómica acertada, El Bebé de Bridget Jones es una grata sorpresa que apunta alto dentro de su alcance y sale victoriosa. Incluso en el peor de los casos consigue una esporádica carcajada gracias a su insistencia humorística. En las condiciones en que llega ésta atrasada e inesperada continuación, su mayor cualidad es que trata. Se nota el esfuerzo dentro de lo que hace, y el mismo es casi encantador, haciendo que uno sonría, aunque sea por cortesía.