Aun con la historia de un héroe valiente y prudente, Sully enseña una preocupante falta de propósito que se extiende durante su escasa duración, incluso en su secuencia principal.
Uno puede darse cuenta de que Sully es una película sin propósito en tiempo record. Apenas llegando a los 95 minutos, lo nuevo de Clint Eastwood es la definición de una producción innecesaria, que perfectamente podría tener un núcleo si supiera dónde buscarlo. Una cosa es segura, ese propósito no se encuentra en su impactante secuencia de aviación, el único punto en que la pieza se ilumina y parece tener claridad, particularmente viendo como todo lo demás deambula sin destino. Sabiendo que su hazaña fue algo único, el piloto Chesley Sullenberger (Tom Hanks) se presenta como un héroe, pero no hay absolutamente nada más para decir al respecto de su persona, dado que el propio film que debería desarrollarlo se queda sin ideas.
Tom Hanks vuelve a ser el tipo de actor que realmente suma a una película, lo cual se nota más que nunca este año entre Inferno y ahora Sully, una cinta con ambiciones de prestigio que carece de la calidad y se apoya en su actor veterano para atrapar a su público. No obstante, decir que Hanks cautiva no significa que ofrezca todo su talento en esos 90 minutos, ya que su personaje, el Capitán Sully, no le entrega demasiados desafíos al interprete dos veces ganador del Oscar. Lo que Hanks tiene con Sully es un personaje prudente que es fácil de leer en cuestión de segundos, al menos de la forma en que es presentado por su propia película.
Si bien utiliza un título que refiere al protagonista, Sully: Hazaña en el Hudson pone su hazaña como absoluto centro. A partir de la misma se desatan los eventos del film, y estos proceden a enseñar trozos de esa proeza aérea. Con ella aludo al momento en 2009 cuando el capitán Sully logró aterrizar un avión averiado con más de 150 personas sobre el río Hudson. Ese aterrizaje no dejó ninguna muerte y le dio al piloto un estatus heroico que inmediatamente fue cuestionado por sus superiores. Es ahí donde entra el conflicto, con la batalla de Sully y su copiloto (Aaron Eckhart) por defender sus decisiones frente a lo que fue una situación de vida o muerte.
Olvidando el evento en el Hudson por un segundo, todo problema fuera del avión está rodeado por una dosis de dramatismo innecesario. Desde los aprietos con los que se topa el protagonista tras el aterrizaje hasta las conversaciones con su esposa, todo en Sully parece estar alterado como excusa para construir una película. Sully es un héroe y eso lo hace merecer un homenaje, pero el que obtiene no encuentra puntos de interés para el espectador que está al tanto de lo ocurrido, ya sea por haber leído la noticia en un diario o por haber visto el avance de esta precisa cinta.
Los 90 minutos son mucho más lentos de lo que suenan, y reciben contenido a partir de decisiones desesperadas, como la de explorar la situación económica de Sully o el agregar escenas mediocres de sus días como piloto principiante. Todo eso no llega a ningún lado, porque lo que quiere el film es retratar la hazaña, e incluso ahí se encuentra con tropiezos. Si bien es extensa y tiene muy buenos instantes dramáticos, la secuencia del aterrizaje es enseñada en dosis muy incomodas. Por momentos parece que será un gran final, por otros se busca revelarla poco a poco, y finalmente, la realidad es que acaba en una repetición e incoherencia dentro del ritmo narrativo; todo cortesía de un montaje cuestionable.
A falta de rumbo, Sully se queda sin nada tras su gran evento y pierde una excelente oportunidad de explorar a la persona detrás del acto heroico que tanto le interesa a la cinta. Entiendo la razón por la que existe, especialmente con la participación de un Tom Hanks comprometido. Pero para construir el mensaje de admiración a este héroe cotidiano se necesita más que un par de hechos y una dramatización barata. La historia de Sully es grande y su aterrizaje tiene un lugar en pantalla, pero no es lo único; éste no vale nada cuando el contenido dramático no es capaz de captar la atención o se comporta de forma exagerada. En sí, Sully es una película sobria, y por momentos Eastwood demuestra habilidad de lo que tiene a mano, como ocurre en la ejecución de la secuencia del Hudson. Ahora, no es posible olvidar lo que falta, ya que el director no consigue encontrar una excusa para contar esta historia. Tristemente, lo que Sully logra es decepcionar y hacernos creer no había necesidad de llevar este heroico evento a la pantalla grande.