Crítica | Alien: Covenant (2017)

Ridley Scott tiene un satisfactorio reencuentra con sus tétricos extraterrestres

«En el espacio nadie puede oírte gritar». Esa frase siempre ha sido un básico del cine de ciencia ficción gracias al indiscutible clásico de 1979, Alien: El Octavo Pasajero. Cuatro secuelas más tarde, Alien: Covenant regresa a esa simple base, al aislamiento en el espacio y una amenaza legendaria. A la hora de recrear esa perfección, por más que volvamos a ver a Ridley Scott detrás de la cámara, la nueva secuela no tiene posibilidad, y podríamos condenarla como un esfuerzo a medio camino. Pero no, la ecuación se extiende un poco más, porque Covenant no es cualquier secuela. Se trata de una continuación a la misteriosa Prometeo y una precuela clave en el universo de Alien, dos condiciones que alteran el contenido de este nuevo viaje al espacio. Balanceando ideas y tensión apropiadamente, Alien: Covenant es una pieza que se gana su lugar en una franquicia que lentamente vuelve a ordenarse.

Al igual que Prometeo fue Prometeo, Alien: Covenant debería ser solo Covenant. Por supuesto, entiendo el cambio de titulo, ya que sumar la parte de Alien supone un mejor reconocimiento de la franquicia, sin embargo, esta precuela se centra en otra nave, Covenant. Se trata de una nave con una misión de colonización, que fija su curso a un planeta remoto con la capacidad de sostener la vida humana. Lejos de su destino, el Covenant presenta ciertos problemas, y la posibilidad de detenerse en otro planeta se ve más atractiva para la tripulación, comprobando que ese planeta cuenta con los factores básicos para que un humano sobreviva. Aterrizando, parte de la tripulación comienza una exploración en este nuevo mundo, y pronto notan que la vida ahí no es tan viable como pensaban. De hecho, todo apunta a que el humano no es bienvenido y que este planeta ya ha sido colonizado.

La premisa se posiciona de forma similar a la primera Alien, porque la mezcla en Covenant incluye movimientos del pasado. La otra mitad se apega más a lo que Ridley Scott presentó en Prometeo, una película con enorme influencia en esta entrega. Covenant no es un desfile de preguntas sin respuestas como lo fue Prometeo, sino que tenemos la dosis justa de elementos a base de interpretación. Algunos son utilizados para el inesperado y efectivo nudo que luce la cinta, que propone suspenso pero además agrega una excelente idea. Una lo suficientemente ingeniosa como para hacer que esta rutinaria versión de Alien destaque como debe. Covenant es lo más parecido que hemos tenido a una Alien 5 , y supera a las decepcionantes Alien 3 Alien: Resurrección. No se obliga a incluir novedades, solo introduce ideas interesantes alrededor de las acciones y criaturas que ya conocemos. Lejos de ser perfectas, entre Prometeo y ésta, parecería que las nuevas entregas de Scott cuentan con una pizca de ambición, ya sea en el campo visual o en los libretos.

Demostrando que hay ingenio en su guion, la película prácticamente coloca a Michael Fassbender como protagonista. Por más que no sea evidente, su tiempo en pantalla es superior, y eso mueve los engranajes en otra dirección. Para quienes no recuerden, Fassbender interpretó al androide David en Prometeo, y ahora regresa a su rebotica personalidad como Walter, un androide superior. Por lo tanto, el personaje central (y más interesante) pasa a ser un robot, lo que abre nuevos caminos para la trama. Por un lado tenemos la acción y el terror que se busca en una película de esta clase, mientras que en la otra esquina nos topamos con un protagonista muy difícil de comprender, cuya curiosidad configura los momentos de más ingenio. Francamente, a este punto suena difícil reconocer ideas frescas en una franquicia tan dispareja, pero están ahí, entre medio de los gritos y los extraterrestres acechando en las esquinas.

Desde el inicio, como sus predecesoras, esta producción corre con la ventaja de apuntar a un público adulto. Ésto asegura la atmósfera adecuada, cuya naturaleza permite sumar secuencias violentas y desagradables que mejoran el aspecto terrorífico. También se garantiza una libertad maravillosa, y cuando no quiere explicar algo, Covenant directamente no lo hace. De por sí, el film es rutinario en la división de sus actos, solo que hay veces en que se permite abandonar el esquema general, y sus mejores logros llegan ahí. Aunque, cuando no tiene otro remedio que correr de un Xenomorph, eso tampoco le queda incómodo, porque tanto la producción como los efectos visuales están ahí para apoyarla.

Tras Prometeo, las intenciones del siguiente capitulo siempre iban acercarse a Alien, eso en cuanto a argumento y dinámica. Queda claro que el acercamiento de Covenant no es completo, y como consecuencia vaga entre dos estilos: el clásico de Alien y el ambiguo de Prometeo. Esa combinación crea un balance justo, que refresca las modalidades de esta franquicia y define mejor su mitología. Sus pocas explicaciones son muy ingeniosas, y por fin abren diálogos sin explorar. Claro que solo son una tercera parte del asunto, por lo que tampoco estamos frente a otra obra maestra en la franquicia. No obstante, luego de Alien: Resurrección, solidez era todo lo necesario, y Alien: Covenant sabe como construirla, uniendo un básico bien ejecutado con ideas especialmente buenas. Unas que merecen profundidad, por lo que queda camino por andar en Alien, y esta cinta se gana el derecho a recorrerlo.

Crítica Audiovisual

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