El elenco carismático y el orgullo ridículo no compite con las carencias cómicas.
En 2012, cuando 21 Jump Street (Comando Especial) llegó a las salas, la sorpresa quedó en el rostro de todos, y fue acompañada de una pregunta clara: ¿cómo transformaron una adaptación desesperada en una genialidad? La respuesta a esa pregunta incluía varios nombres, sin embargo la razón del éxito comenzó por una idea sencilla. Esa idea nació en torno a una falta de respeto por lo adaptado, afirmando que el material televisivo era capaz de recibir burlas con una sonrisa. La formula de Comando Especial acabaría calcada tarde o temprano, y el 2017 ofrece dos de esos calcos. Primero, la olvidada CHiPS llegó y falló, y luego Baywatch: Guardianes de la Bahía decidió tomar un camino similar. Más prometedor, pero similar…
La adaptación de aquel clásico televisivo protagonizado por David Hasselhoff y Pamela Anderson reconoce los pasos hacia el triunfo. Elije un par de protagonistas con química, eleva el nivel de burla y zarpa en busca de una demencia que haga reír. Evidentemente, esa última máxima queda en el aire, por lo que debemos conformarnos con esbozos de un buen proyecto, perdido entre escenas de pocas carcajadas. El mayor percance de Baywatch es que continuamente funciona a media maquina. Desde el primer minuto reconoce la ridiculez, presenciando una heroica acrobacia de Dwayne Johnson que culmina en una introducción acuática y épica; en cámara lenta y con tres delfines saltando en el horizonte. Su promesa es cristalina. Aún así, por más disfraces alocados que use, no es posible cumplirla.
Entendiendo que Baywatch se centra en un concepto ridículo, aceptar lo alocado no cuesta demasiado. Así quedamos a merced de lo que el director Seth Gordon (Quiero Matar a Mi Jefe) y su equipo tienen preparado. Tratándose de una serie de televisión de pocos argumentos gruesos, la adaptación refuerza su guion en cuanto a conflicto. Eso no es decir que sus nudos sean brillantes, de hecho son básicos, pero hay un interés contante en avanzar la narración. Si me preguntan, ese es un movimiento inteligente, especialmente en comparación con el repertorio de chistes. El humor no tropieza frente a lo tonto o grosero, principalmente porque es casi inexistente en las dos horas de duración. Así es, estamos frente a una comedia de unos aproximados 120 minutos dónde los chistes suenan ligeros o inconclusos. Definitivamente hay risas y disfrute en las playas que comandan la mayor parte de este film. Ahora, no son suficientes.
Antes de profundizar sus carencias, es necesario subrayar la película como un excelente molde. Mirando bien el manual de Comando Especial, Baywatch acierta el primer paso en el periodo de casting. Prácticamente todo el reparto tiene carisma y sabe reírse de sí mismo. Los protagonistas Dwayne Johnson y Zac Effron son una pareja ideal, con interacciones que constantemente se convierten en absurdos duelos de hombría. Por una parte, el Mitch Buchannon de Johnson es un héroe extremo, mientras que Efron se la pasa en grande como un absoluto tonto. Ambos actores cuentan con personajes de pocas dimensiones y gran efecto. Resultan ser la pareja ideal para una película acerca de guardavidas que prácticamente luchan contra el crimen. Es maravilloso ver cómo los personajes creen que salvarán al mundo con un salvavidas bajo el brazo. Lógicamente, no deberían poder hacerlo, aunque nadie los detiene de iniciar persecuciones en moto de agua, investigar muertos y meterse en combates mano a mano.
Viendo el vaso medio lleno, esta adaptación de televisión se hunde por decepción y no mediocridad. El inicio promete demencia, pero esa demencia toma el control en dosis. Por ejemplo, presenta chistes de cadáveres y otros instantes negros, solo que nunca resulta repugnante o demasiado grosera. Para bien o para mal, conseguir algo así implica compromiso, y éste es invisible debido a la falta de balance. La cinta logra convertirse en decepción gracias a un nivel de entretenimiento sólido y un grupo de actores que claramente se divierten en pantalla y contagian parte de ese disfrute. Olvidando su pequeño número de risas, Baywatch sigue siendo una farsa de principio a fin. Creo que me aferraré a eso, porque es mucho más de lo que podría exigirle a una fuente que consiste en un grupo de nadadores corriendo por la orilla en slow-motion. Manteniendo el optimismo, el Baywatch de 2017 hace más que eso. Si bien, bueno, también se dedica a correr por la orilla.