Marvel hace pura comedia, obteniendo la mejor entrega de Thor y una bizarra y entretenida superproducción
Gladiadores galácticos, dioses y demonios, un perro gigante y Led Zeppelin. Francamente, no se puede fallar con un despliegue como ese, y en ese sentido, Thor: Ragnarok, la pieza más bizarra (hasta la fecha) de Marvel Studios, no decepciona. Construyendo una comedia a partir de un relato apocalíptico y espacial, este cierre a la trilogía de Thor guarda lo mejor para el final y supone un decidido escalón en el ascenso de Marvel y su política de mantener la frescura. Aunque, Ragnarok va más allá, y si bien otras refrescaron el panorama, este caótico espectáculo entra en otro circulo, demostrando que Marvel no repite la misma película una y otra vez, sino que toma decisiones antes de comenzar.
A este punto, sabemos que el cine de Marvel Studios suele ofrecer superproducciones híbridas centradas en entretenimiento, dónde los superheroes, la acción y la comedia se unen en un paquete balanceado. Esta formula ha sido la verdadera repetición por parte del estudio, sin embargo, los últimos esfuerzos han jugado un poco con esa elección. Por una parte, Civil War partió en busca de una cinta épicamente seria, interesada en argumento y acción por encima de lo demás. Ahora, con Ragnarok, Marvel toma otra decisión clara, eligiendo la comedia como motor de su tercer episodio en la historia de Thor. Definitivamente es una idea que tomó prestada del éxito de Guardianes de la Galaxía, aunque en esta ocasión las risas van por encima de varios hechos; y la sola excentricidad de los personajes, mundos, y ciertas tramas, son motivo para convertir a esta precisa aventura en una comedia. Lo refrescante en ella es ver que Marvel es más consciente de que puede hacer solamente humor si así lo desea, y digamos que ésta es la ocasión dónde ha estado más cerca. El breve argumento sabotea sus planes ocasionalmente.
¿Cuál es ese argumento? Uno adecuado con una película más sería y épica, reencontrándonos con Thor (Chris Hemsworth) luego de Avengers: Era de Ultron, a medida que intenta prevenir la llegada del Ragnarok, el final predestinado de su hogar, Asgard. Ahora, el fin del mundo no se ve exactamente como Thor lo imaginaba, debido a la aparición de una antigua amenaza, Hela (Cate Blanchett), una villana bastante más poderosa y dueña de una venganza personal, dispuesta a impedir que el Dios del Trueno vuelva a salvar el universo. Volver a logar esa hazaña presentará unos cuantos tropiezos que conducirán a Thor por los rincones más extraños de la galaxia, haciendo que incluso regresar a Asgard sea todo un problema.
Si bien se titula Ragnarok y efectivamente es un nombre con sentido para el film, esta secuela no es la clase de épica que uno esperaría sobre apocalipsis y guerras. Todo lo contrario. La tercera Thor apunta a los chistes en primera línea y deja que el argumento siga su curso en un segundo plano. Dirigida por el cómico Taika Waititi (What We Do in the Shadows), la película hace énfasis en todo lo extrañamente humorístico o bizarro, sabiendo que ese es su fuerte. Es así que la cinta pasa gran tiempo en un planeta delirante llamado Saakar en vez de enfrentarse a una suerte de película de resistencia en el lugar dónde realmente vive el conflicto: Asgard. Dicho eso, esta rara alternativa es la mejor decisión, dado que Saakar y todo lo que ocurre ahí es un completo acierto, lleno de disfrute y suficientes rarezas como garantizar frescura. Eso significa que, en contraste, el conflicto y los planes malévolos son de menor calidad, y generalmente se inclinan más por la monotonía enseñada en las dos predecesoras de Ragnarok.
Esta es una película dónde el cambio de foco es notorio y supone una gran diferencia en interés por parte del público. No obstante, esta diferencia también es notada por parte de la propia producción, que procede a centrar casi toda su atención en Saakar y los extraños problemas en que se mete Thor. Está claro que todos los involucrados estaban al tanto del material y su respectiva calidad, y podría decirse que el desbalance en pantalla es indudable. No obstante, nunca es suficiente como para descordinar a una película que pretende hacer reír y encantar con su espíritu frenético y aleatorio. Porque, si bien hay cimientos serios que desentonan, cuando éstos chocan con el frenesí que Thor trae consigo, todo funciona.
Es posible que Thor Ragnarok se beneficiaría de no tener un conflicto hasta su tercer acto, como pasó con Guardianes de la Galaxia Vol. 2. A lo que quiero llegar es que la cinta trabaja mejor cuando explora su comedia y sus rarezas, que sin duda llegan a niveles excedidos. Esto es notorio en los personajes, quienes obtienen un desarrollo muy anclado a la comedia. El personaje de Thor termina de convertirse en un individuo de carisma y humor bastante alejado de su primer aparición en 2011. Y con él llegan otros lados cómicos, como la formación de un Hulk (Si, Hulk está en esta película si por casualidad no se enteraron, y no, no es un spoiler) apuntado completamente a la risa. Prácticamente ninguna de sus líneas pretenden ser serias. Sea su ejecución o su simple naturaleza, están ahí para hacer reír y funcionan perfectamente. Puede que Marvel Studios no pueda filmar una producción solamente enfocada en Hulk por razones de derechos, pero eso no quita que hayan hecho un trabajo fantástico con el personaje, y Thor: Ragnarok es el mayor subrayado de esta versión del superhéroe verde.
Con los análisis de lado, el mayor tropiezo de Thor: Ragnarok es realmente su duración, dado que es lo único que realmente la aleja de ser un producto más pulido. Lo digo porque la película ya es toda una superproducción que tiene toneladas de entretenimiento para reírse en voz alta, y sería muy sencillo eliminar ciertas conexiones innecesarias para dejar que las locuras sigan su curso. Por más que no sea perfecta, y tampoco apunte a serlo, Ragnarok es una pieza muy importante en el ascenso de Marvel Studios, dado que prueba muchas cosas en este extenso universo cinematografico. La secuela demuestra que las uniones inesperadas no solo son posibles, sino que pueden ser un éxito, y tanto Thor como Hulk dejan este film como fuerzas capaces de cargar con una aventura en sus hombros. Esta extraña relación es el pistoletazo de salida para las miles de excentricidades en esta travesía galáctica, dónde incluso Guardianes de la Galaxia deja de ser bizarra en comparación.
Demostrando que puede y quiere salir de su circulo acostumbrado, Marvel Studios encuentra otro gran entretenimiento para sumar a su colección y seguir innovando en su propio juego. No será perfecta, pero Ragnarok es la clase de superproducción excéntrica que muchas veces exigimos de las salas con las pantallas más grandes y ruidosas. Cuando la experiencia comienza y vemos a Thor soltando chistes y derrotando villanos al sonido de Immigrant Song de Led Zeppelin, uno se percata de que es muy difícil no pasarla bien con este nuevo acierto por parte de Marvel.