Entre culpa y venganza, esta pieza artistica se mete debajo de la piel
Tras The Lobster, el griego Yorgos Lanthimos podía seguir trabajando sus rarezas con más soltura que nunca. Ahora, no esperaba tanto. Bajo el armazón de una metáfora y la habilidad de su cine artístico, El Sacrificio de un Ciervo Sagrado es una experiencia anclada a una incomodidad intencional, en dónde el espectador es asaltado por un relato que no es lo que parece. Probando ser un desafío para los poco preparados, esta es otra pieza críptica que limitará la paciencia de varios y perturbará al resto.
Frente a las peculiaridades de la película, explicar su argumento no tiene sentido, y definitivamente no le hace favores a esta experiencia. Pero bueno, haré un esfuerzo. El film se centra en Steven (Colin Farrell), un cirujano con el futuro acomodado y una familia de ensueño. Todo en la vida de Steven parece rutinario, excepto por la amistad que mantiene con Martin (Barry Keoghan), un joven de 16 que se presenta en su hospital, lo acompaña para almorzar y a quién le hace regalos de bastante valor. A medida que enseña su verdad, esta relación amenaza con destruir todo lo que Steven tiene, incluso su propia cordura.
Trabajando en dos niveles, la superficie de la película proviene de un lugar perturbador y amenazante que inmediatamente presenta las intenciones de su director. Si bien El Sacrificio de un Ciervo Sagrado es convincente y clara con lo que trata, su primera intención es atacar la comodidad del espectador. Si, hay gran cine aquí, pero éste no tiene filtro, ni con sus palabras ni con su monstruosa naturaleza. Desde el primer plano (una cruda imagen de un cuerpo en medio de una operación), la cinta advierte que no será especialmente sensible. Todo lo contrario, si algo deja claro el cine de Lanthimos es que será retorcido, y esa es la primera prueba para el espectador. Con o sin sus metáforas, esto es cine de terror, y para bien o para mal, su efecto es inconfundible.
Separando a la audiencia pasajera de los dispuestos, la película no toma tiempo en revelar la parte ambigua de su ejecución. Esta pieza se suma a cierta moda artística de hacer que los personajes sean directos, libres de emociones y dueños de un dialogo extremadamente robótico. Ninguno de los personajes es presentado con normalidad y su bizarra naturaleza pasa a ser un punto a resolver por la audiencia. El Sacrificio de un Ciervo Sagrado es cine artístico de temas que eventualmente quedan claros y permiten que la experiencia pase de bizarra e incomoda a tétrica y comprensible. Lanthimos no quiere servir todo en bandeja, y el punto medio que establece, entre lo raro y descifrable, es un buen equilibrio.
El comportamiento de los protagonistas es un descontrol, sin embargo, su estilo está más anclado al realismo de lo que parece. Hay personajes que siguen bajo un manto de misterio hasta el final, mientras que otros adquieren una forma muy definida y fascinante. El personaje del joven Martin es una figura completamente siniestra que inquieta y pasa a tener distintas definiciones de acuerdo a los hechos. Hay que agregar que la interpretación de Barry Keoghan también expande los niveles de esa perturbación. Quien tiene el arco más claro es Colin Farrell con el personaje de Steven, la mejor parte de todo este relato. La película es sobre él y una vez que eso queda claro, la experiencia obtiene la satisfacción que pretende construir. Desde el inicio al final, es su viaje el que más llama la atención, incluso cuando parece anclado a un segundo plano.
Incomodará, perturbará, confundirá y conducirá por un periodo de conversaciones estimulantes o insultos desmedidos. Cualquiera sea la reacción, lo nuevo de Yorgos Lanthimos tiene gran poder sobre el espectador, y lo manipula de forma ingeniosa. El balance entre el ingenio y lo pretencioso obviamente está presente, y hay elementos que empujan el relato a dónde no debe ir, particularmente por la duración. Entre ritmo y hechos, no hay razón para aprovecharse de la bienvenida y alcanzar los 120 minutos, aunque eso tampoco es letal, y casi es esperable en una pieza artística y ambigua como esta. El Sacrificio de un Ciervo Sagrado es una película de terror que ata una narrativa de venganza y culpa en un paquete que realmente se inyecta debajo de la piel. Claro, eso si se le presta la atención que merece.