Crítica | Un Viaje en el Tiempo (2018)

Las ambiciones y la positividad no pueden rescatar a esta entreverada aventura

Nadie puede negar que Disney es una maquina de éxitos, particularmente en este instante, reinando la taquilla y agasajando a la crítica con sus excelentes inversiones y un gran control de su larga lista de franquicias. Ahora, si la época contemporánea de Disney ha capitulado con su éxito, lo ha hecho con sus largometrajes originales no animados. No hablo de sus recreaciones de clásicos, que en gran parte han encontrado espacio para satisfacer a pesar de la repetición. No, me refiero a esos inicios de franquicias o historias únicas, me refiero a lo que pudo haber sido John CarterOz: El PoderosoEl Llanero Solitario Tomorrowland. Buenos cineastas, buenos elencos, buenas posibilidades, pero productos regulares. Eso es lo que ha sonado al rededor de este cine durante una década casi terminada, y es una pena que el panorama no presente señales de cambio. Si se quiere, el ambiente parece estar empeorando. A simple vista, Un Viaje en el Tiempo, adaptación de una novela clásica de Madeleine L’Engle, se ve como el producto ideal para Disney, anclado a la imaginación, atento a la diversidad y pensando en positivo. Solo se ve de esa manera, porque resumidas las cuentas, es otro caso de muchas apuestas y nulas recompensas, dónde la ejecución es tan entreverada y decepcionante, que hasta la celebre novela en la que se apoya pasa a quedar cuestionada.

A Wrinkle in Time divide sus problemas entre la fantasiosa naturaleza de su argumento y los temas que pretende invocar. Ésto aflora en la historia de Meg Murray (Storm Reid), una adolescente cuyo padre (Chris Pine), un científico de la NASA, desaparece luego de coquetear con una teoría para transportarse a otra dimensión. La esperanza parece perdida para la familia Murray, sin embargo, cuando tres mujeres excéntricas y poderosas se presentan en su hogar, Meg obtiene la posibilidad de salvar a su padre de la dimensión en la que aparentemente fue aprisionado. La posibilidad de viajar en el espacio y tiempo es la clave de este relato, y como tal, la misma es fácilmente relacionable con una trama de ciencia ficción. Ahora, los intereses de este material se paran junto a la fantasía, que inicialmente apasiona y fascina pero rápidamente pierde su encanto. Decir que está vacía no es correcto, dado que, en sí, Un Viaje en el Tiempo tiene una agenda y un objetivo, que se relacionan con el amor, la bondad y otra serie de valores adecuados. El problema es que cada uno de esos valores son intrascendentes cuando no tienen un punto desarrollado al que agarrarse. Decir que la bondad es buena no cuenta cuando nada de lo audiovisual sabe como apoyarlo. Por más compleja que se vea, esta película es ligera, y todo su peso en pantalla obedece a un entrevero abismal, no una disfrutable lógica.

La gracia de un cine como este siempre recae en lo ilógico que puede llegar a ser. Sin embargo, carecer de una lógica aun dentro del aspecto más mágico o imposible, es una necesidad, al menos para que el espectador responda. El universo creado por el film rápidamente muestra unas cartas difíciles de seguir. No ofrece una incoherencia suficiente como para agasajar, ni tampoco tiene un tipo de ilusión que deslumbra. Puede que la historia cambie en las páginas de un libro, pero en pantalla, la ejecución siembra la duda constantemente. Cierto hechos elementales pasan a verse ridículos solo por querer adherir a la magia que esta película pretende tener, no obstante, éstos solo tambalean el tablero en el que juega la historia. Francamente, no sé cual es el propósito de que un personaje (interpretado por Oprah) deba ser gigante durante un tercio de su aparición. Lo digo porque inmediatamente deja en evidencia la poca maravilla que tiene el universo en pantalla, ya sea porque no funciona, porque carece de lógica, o porque solamente no se ve bien. Créanme, no es un hecho de efectos visuales o creatividad, de hecho admiro el dedicado diseño de producción, es un tema de narración que impulse las decisiones estéticas, que les de algún tipo de rumbo. No puedo negar que hay ciertas locaciones y secuencias que tienen la ejecución adecuada, pero son viñetas en una experiencia incoherente y agotadora.

Más allá del ridículo argumento, el cual podría ser aceptado a base de un libreto superior, Un Viaje en el Tiempo llega a un punto final admirable mediante un camino que solo supone haber recorrido. El 75% de este film es una travesía vistosa pero vacía, que constantemente parece preguntar lo que está haciendo. Si, es cierto que la protagonista es sólida y que recibe las lecciones ideales, las que todos queremos oír en una suerte de cine infantil o familiar como este. Pero nada de eso va a cambiar el hecho de que ella deambula por un viaje confundido que ningún color o destello digital puede mejorar. Es una pena que la dirección de la talentosa Ava DuVernay no se imponga por encima de las actuaciones (que también fallan por momentos), porque la película termina marcando otro tropiezo para Disney en su producción de piezas originales, quizá uno de los más desordenados en tiempos recientes. No deslumbra como supone, su mensaje carece de peso y su talento simplemente está desaprovechado.

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