Crítica | El Amor Menos Pensado (2018)

La madurez resalta en este cálido drama adulto

Hemos visto cantidades de separaciones en el cine, contenidas en un abanico de comedias o dramas. Ahora, creo que el observar tranquilamente este conflicto conlleva la mayor madurez. En vez de lamentarse o tomar todo como broma, El Amor Menos Pensadonueva pieza protagonizada por Ricardo Darin y Mercedes Morán, logra que su pareja haga balance, y se pregunte qué ocurre después del «Esto no funciona». Este drama adulto solo necesita ese cuestionamiento, ya que lo usa para transmitir un carisma que asegura encanto para su público objetivo.

Sin grandes discusiones, porque no entra en esas trivialidades, la película introduce al entendido matrimonio de Marcos (Darin) y Ana (Morán), a quienes conocemos contemplando el siguiente paso de su vida tras la independencia de su único hijo. ¿Novios, matrimonio, hijos y? Sin saber como responder a esa pregunta, la pareja se separa pacíficamente, conduciéndolos a un mundo nuevo y prometedor: la moderna y libre vida del divorciado. Esa sola premisa lidera todo elemento en este film de parejas, que toma impulso e inspecciona las nuevas historias de sus dos protagonistas, manteniendo una cara simpática, contemplando posibilidades y dejando que el espectador analice la naturaleza del amor. Ese amor del titulo, por supuesto, ese que puede aflorar, transformarse, o sí, morir.

La mayor cualidad de El Amor Menos Pensado yace en el drama de sus dos personajes, cuyas razones para separarse obedecen a un fugaz enredo de ideas tan comprensibles como cuestionables. Esa es su madura verdad. Éste no es un libreto que presente bandos, simplemente ofrece una situación cambiada por el tiempo, dónde las discrepancias existen pero no culminan en una elección o enfrentamiento entre sexos. El espectador es libre, solo mira como los personajes trazan nuevos caminos, entendiendo que ambos, como todos, se alejan de la perfección. Entre las ansias de más o la comodidad de la rutina, Marcos y Ana se plantan en pantalla con una simpatía real, que se desprende de su forma de actuar y de sus ingeniosos diálogos. Dividida entre el drama y una sutil comedia, la película encuentra un tono estable, que puede hacer reír mientras su paquete explica un romance adulto, que realmente intenta evitar el conflicto. Por momentos, casi prefiere el sentimentalismo, y hasta eso parece correcto.

El libreto soltará varias lineas memorables o sólidas, pero Ricardo Darín y Mercedes Morán terminan vendiéndolas, gracias a su naturalidad y química. Hay algo bello en su melancolía, y sus juguetonas discusiones dibujan personalidades identificables e inofensivas. De por sí, la película iguala ese sentimiento inofensivo, lo único que la desestabiliza es el ocasional tropiezo dentro de un camino bien marcado. Las faltas se reducen a dos elementos: un innecesario y pasajero quiebre de la cuarta pared, y lo más problemático, una conclusión que escapa a la madurez predominante. Aunque el cierre tampoco la descarta. Sumando a otros personajes de concisos aportes y realidades diferentes, El Amor Menos Pensado termina arribando a un drama cálido que se interesa por el balance, ya sea del amor o de la propia vida. Construir esa estabilidad requiere madurez, y ésta prueba ser la mejor herramienta en las manos de sus protagonistas, quienes brillan en una película sobria, ideal para ese espectador adulto que busca sacrificar algunas exigencias a cambio de simple encanto.

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