Crítica | La Chica en la Telaraña (2018)

Fede Álvarez devuelve a Lisbeth Salander en un thriller convencional pero efectivo

Cuando David Fincher adaptó Los Hombres Que no Amaban a las Mujeres de Stieg Larsson y creó la extensa pero detallada La Chica del Dragón Tatuado, muchas miradas se centraron en una continuación que nos devolviera a Rooney Mara y Daniel Craig como la hacker Lisbeth Salander y el periodista Mikael Blomkvist. Sin embargo, a pesar de múltiples rumores, la lógica secuela nunca se materializó y lo que pasó a reemplazarla fue un nuevo proyecto: La Chica en la Telaraña, adaptación de la primera novela de la colección Millenium sin la participación de Larsson. En todo sentido, un borrón y cuenta nueva, ¿o no? Cambiando a su reparto, salteandose varias novelas, e incluso sumando al director uruguayo Fede Álvarez, el siguiente capítulo cinematográfico de Millenium pasó a enfrentar demasiadas alteraciones, al punto de la incertidumbre. ¿Una secuela, un reinicio, una mezcla? No estaba claro que suponía este esfuerzo de Hollywood por mantener viva a la franquicia, y viéndolo, sigue siendo complicado determinar dónde están sus intenciones como parte de algo mayor. ¿Por sí solo? Esa es otra historia.

Respetando sus cuestionables deseos, que quedan claros desde el principio, La Chica en la Telaraña es un thriller abierto encima de una franquicia particular, que hasta cierto punto puede superar todo el peso que tiene detrás. Si la comparamos con sus novelas, la adaptación sueca y La Chica del Dragón Tatuado, las diferencias son obvias. Aquí podemos decirle adiós al aura negra, el material exclusivamente adulto, la sexualidad y el drama denso, porque son intercambiados por la tensión, la acción y la agilidad de un relato de espionaje. Eso podría parecer extraño para el mundo de Larsson, pero se trata de una película que construye razones alrededor del material para justificar el nuevo rumbo. Las razones se resumen a una aventura de entrada y salida que sufre por el cambio rotundo y entretiene por su talento, tanto técnico como narrativo.

La idea de una nueva franquicia alrededor de Lisbeth Salander (ahora interpretada por Claire Foy) proviene de la propia historia tacleada por el film, siguiéndola a medida que enfrenta amenazas del pasado que la atacan a nivel personal y ponen al planeta en peligro. Esto provoca que la justiciera hacker esté en una constante carrera, escapando de la policía, golpeando matones, violando firewalls y reuniéndose con su fiel compañero, Mikel Blomkvist (Sverrir Gudnason). Sin necesidad de compartir detalles, ese simple resumen refleja la rápida propuesta a la que nos enfrentamos, una que explica la presencia del talentoso Fede Álvarez.

Álvarez, quien se topa con un nuevo reto escalando la pirámide de Hollywood, impone sus habilidades. Éste no es otro de sus proyectos personales como No Respires, pero eso no significa que él esté en piloto automático. Se limita a traer las garantías que suele tener bajo el brazo como director y narrador, y su enfoque entra cuando logra liberarse de la esencia acostumbrada de Millenium. Estructuralmente, una mitad de la película está compuesta de secuencias de acción que responden a la buena dirección de Álvarez y su construcción de suspenso. La cámara y el relato se mueven con confianza y van ofreciendo trozos memorables que nos pegan a la butaca, como el excelente escape de un aeropuerto y un climax de acción directa e ideas variadas. Por más que las intenciones del film no sean las idóneas, Álvarez les saca jugo, y hasta cumple en entregar una liviana continuación a La Chica del Dragón Tatuado, incluso si habla en un idioma completamente diferente. Preguntando sobre la naturaleza de la propuesta, no está claro si quiere continuar con lo narrado o empezar de cero, pero la película si es firme con su tono y género, y bajo todo pronostico, encuentra argumentos para hacer que ambos funcionen.

Enfrentar menos reflexión y más thrill significa que los personajes solo tienen tiempo para respirar, aunque eso no quita que Lisbeth Salander deje de ser la protagonista dura que siempre ha sido. Eso sí, la nueva dinámica también promete una nueva Lisbeth, una más favorable con la narración desplegada. No sé si será obra de la novela o del film, pero Salander tiene los bordes más suaves en esta ocasión, chocando con su lado más humano y una fuerza física más resaltada. Su vulnerabilidad casi no existe en La Chica de la Telaraña y eso es porque el libreto requiere que ella reciba los golpes y se levante de inmediato. Eso puede que la haga una heroína más convencional, y es una pena, pero es otra de las necesidades al optar por el suspenso o la acción. La nueva Salander obviamente se ve reflejada en la interpretación de Claire Foy, quien demuestra carácter, fuerza y carisma. Sus dos predecesoras la superan, pero es casi lógico por el material que recibe; Foy protagoniza la historia y ésta le obedece, pero no es la historia, como en las demás entregas. Quién también sigue el nuevo tono es Mikael Blomkvist. Su talentoso actor, Sverrir Gudnason, no hace demasiado, pero no es culpa suya dado que Blomkvist tiene una participación completamente descartable en el relato. Supongo que, bueno, siendo Millenium tenía que aparecer.

La comparación ya ha sido realizada y tiene sus razones, La Chica en la Telaraña comparte más con una aventura de James Bond (Skyfall particularmente) que con otro relato de Millenium. Aunque eso tampoco significa que el tono no le siente bien a la franquicia. Porque podrá ser olvidable, pero su thriller tiene ritmo y coherencia. Es más, tomaría el ejemplo de Bond y proseguiría a comparar la película con el cine de Jason Bourne. Si, se trata de compararla con cine de espías, porque escoge ese camino conscientemente, y si mantengo la comparación, hasta tiene mejor efecto que la última Bourne. La verdadera pregunta que ofrece la película refiere a la identidad de su público, dado que ablanda parte de su material pero sigue obedeciendo a una franquicia. Por una parte, creo que el tono le sentará mejor a un recién llegado, pero también le costará más descubrir a los personajes. Por lo que es una incógnita. Una de las pocas, ya que la calidad es correcta y termina justificando las duras decisiones que se toman. Fede Álvarez, su elenco y un ritmo agresivo, retoman esta franquicia bajo conceptos inesperados y convierten a La Chica en la Telaraña en un thriller con energía, que devuelve a Lisbeth Salander a la pantalla grande. Sin mucho filo, si, pero con golpe.

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