Crítica | Viudas (2018)

Una ligera decepción para el genial Steve McQueen

Durante la primera mitad de Viudasla nueva propuesta del galardonado y prestigioso Steve McQueen (Shame, 12 Años de Esclavitud), un sentimiento marca la experiencia. Incluso por todo lo que estaba haciendo bien hasta ese punto y por lo que prometía para su segunda parte, se podía sentir el pulso de dos fuerzas distintas llevando la película hacia adelante, una cuerda tirada por dos mentes, dos perspectivas. Por un lado, la del propio McQueen, quién intentaba imponer su cine de autor y su peso en denuncias o mensajes. Del otro lado, Gillian Flynn (Perdida), una guionista capaz, con una mentalidad más directa, y más empecinada en entretener al espectador con su propuesta de crimen. Dos fuerzas unidas, pero al mismo tiempo, incompatibles. Notando como Viudas prueba múltiples acercamientos y evita los límites de su poder argumental o dramático, su momentánea calidad deja todo sobre la mesa. Este es un trabajo con graves problemas de identidad, una ligera decepción para el genial McQueen y, bueno, lo admitiré, también una modesta oferta de entretenimiento.

Uniendo política, mafia y crimen, Viudas ata los cabos de un argumento cargado con personajes de camino a un gran robo. ¿Qué robo? Uno perpetrado por las viudas de cuatro ladrones asesinados, paradas entre medio de varias fuerzas buscando poder. Esa es la base que lleva adelante al film, y que prosigue a complicarse con ansias de decir más a base de un thriller habitual. Es el crimen el que debería hablar aquí, no su agenda, ya que cada tema presentado parece imponerse sobre todo lo demás, incluso llegando a estropear momentos dónde la película funciona. Realmente, cada vez que Viudas quiere ser algo más, todo se viene abajo.

Con un reparto fantástico compuesto por (déjenme respirar hondo) Viola Davis, Michelle Rodriguez, Colin Farrell, Liam Neeson, Robert Duvall, Jacki Weaver y las destacadas participaciones de Daniel Kaluuya, Brian Tyree Henry y Elizabeth Debicki, Viudas no tiene problemas para que su elenco cargue con la película. Las que si complican son las grandes mentes detrás de la cámara. Entrando en su tercer acto bajo un desconcierto, llega un punto dónde el espectador debe decidir si aferrarse a Steve McQueen o Gillian Flynn por el resto del camino. Mi recomendación es confiar en Flynn, dado que las mejores cartas parecen venir de su sensibilidad, sus ansias de girar la narración para que el espectador se mantenga alerta. Acredito ésto a Flynn debido a que los aportes de McQueen están bien claros: los repentinos planos experimentales, la violencia dura y una temática urbana con denuncia en varias direcciones. Todo valido y con potencial, pero sin ningún efecto duradero y dueño de un contraste demasiado notorio.

Viudas quiere ser una película de fuerza femenina, quiere hablar del racismo y la corrupción, pero cada uno de esos temas desaparece cuando esta saga de crimen intenta ser cómica o asume el vacío al que obedece. Ver al personaje de Viola Davis dándose cachetadas con una de sus colegas supone una de varias imágenes que empujan al film en el terreno del melodrama televisivo, no el drama urbano prometido. Las actuaciones no son decepcionantes, ni por asomo, sin embargo, está claro que las mismas parecen pertenecer a diferentes películas. Lo digo porque cada factor en Viudas cumple con esa premisa, seguir alguno de los intereses de su libreto sin valorar la coherencia. Dado que su lógica dramática no llega lejos, los personajes tampoco lo hacen. Eso solo nos deja con la promesa de un buen atraco, y digamos que también hay problemas en ese aspecto. Escrita por Flynn y el propio McQueen, es asombroso que lo más memorable pertenezca a un giro durante el tercer acto. Uno barato y grande, sí, pero también uno que deja claras las intenciones y los rumbos. No, Viudas no tiene el poder para ser lo que quiere, y debería tenerlo en cuenta.

Desesperada por ser actual, la película cocina tramas y temas, pero deja todo crudo, consiguiendo que lo más simple sea lo memorable. El problema es que el supuesto peso sigue estando ahí, e inevitablemente suma duración al film, el cual se beneficiaria de más tensión y más fuerza narrativa. Viola Davis, es la perfecta ilustración del producto. Interpretando a la cabecilla de las ladronas, ella vive en una realidad y una situación que cuadra, y que refiere a un drama oscuro, un mundo que la película se desespera por imponer. Pero no lo logra, por lo que Davis también roza la incoherencia Quizá llegaría a su cometido si no se saboteara a sí misma, si no mordiera más de lo que puede, si volviera a la pizarra y planeara mejor su golpe. Porque, acumulando material y viéndola sucumbir a la simpleza, la cinta cae como pluma, robada de su peso y tratando de escapar a sus propios mensajes. Viudas funciona cuando es un heist film de turno, es una lastima que lo olvide tantas veces.

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