Una favorita por puro espíritu y magia
A medida que se apodera del mundo audiovisual con una cálida sonrisa y el permiso del público, Walt Disney Pictures va dejando sus obvias estrategias por el camino. Sea su Star Wars, su Marvel Studios o los remakes de su cine animado, Disney tiene ciertas reglas que sirven y aseguran el blanco nueve de cada diez veces. Las huellas de una máquina bien engranada. Ahora, de vez en cuando, la misma es victima de su propia creación y conjura una mágica más clásica. Ese tonto instante dónde uno recuerda porque Disney es Disney. Sé que suena como el análisis más vago, sin embargo, me fue imposible mirar El Regreso de Mary Poppins, secuela de un clásico de 1964, y no pensar de esa forma, atrapado en un limbo de fantasía melódica y familiar. Un recuerdo de otros tiempos que realmente se extrañan, aquellos envueltos por una simpleza y dicha que, lo siento, de vez en cuando son el mejor remedio. Disney calcula detalladamente la construcción de esta feliz continuación y se nota su tramposa forma de actuar, pero en ella nunca desaparecen sus intenciones. Incluso con su dependencia del pasado y alma de remake más que de secuela, El Regreso de Mary Poppins es Mary Poppins de principio a fin.
Ubicada 20 años después del clásico basado en las noveles de P.L .Travers, El Regreso de Mary Poppins empieza por un Londres apagado, hundido en días de la Gran Depresión, dónde el ahora adulto Michael Banks (Ben Whishaw) lidia con problema económicos, la reciente muerte de su esposa y el cuidado de sus tres hijos. Hundido en conflictos, las nubes le dan la respuesta cuando Mary Poppins (Emily Blunt) desciende del cielo con su paraguas y su serie lecciones ideales, dispuesta a cuidar de los nuevos pequeños Banks, quienes han sido criados bajo la más estricta realidad. Por supuesto, bajo el cuidado de Poppins, eso no puede seguir así, por lo que la niñera mágica conduce a los niños por una aventura que le devuelva la magia al hogar de los Banks.
Recuperando ideas y personajes, no hay duda de que El Regreso de Mary Poppins pretende ser una secuela, pero notaran que su argumento no se distancia demasiado de la película de los 60. Habiendo mencionado la franquicia de Star Wars, la mejor forma de definir la nueva Mary Poppins es comparándola con lo que hizo Disney en El Despertar de la Fuerza, tratándose de una secuela que calcaba todas las bases de su clásico inicial. Aquí es la misma historia, la continuación retoma todos los conceptos y bases de Mary Poppins y prosigue a darles nueva forma, así como una estructura dónde podemos notar los trozos copiados. Se podría decir que es tanto un reboot como una secuela para el personaje de Poppins, quien consigue presentarse por sí misma en este relato. El tiempo pasa para todos en la secuela, excepto para la niñera protagonista, quien llega desde el cielo sin una sola arruga. Emily Blunt remplaza a Julie Andrews como Poppins, dándole otro carácter al personaje y presentándolo para nuevas generaciones que seguro sucumbirán a sus encantos. Por más que notemos sus intenciones y sus calcos, El Regreso de Mary Poppins trabaja para que cada espectador regrese o descubra la bella ilusión de aquel clásico, porque dejando las tramas de lado (que aun funcionan por cierto), la imaginación y aventura se desprende perfectamente de esta segunda entrega.
Al igual que toma mucho de su predecesora y derretirá el corazón de sus seguidores gracias a ello, este nuevo musical si presenta sus propio set de canciones e identidad para las mismas. Se trata de una imagen contemporánea que juega con conceptos esenciales para perfeccionaros, y por supuesto, es un aspecto que también se permite escenas que la original no podía alcanzar. Ésto se traduce a una aventura más reluciente que varía visualmente de acuerdo al momento musical. Hay un enrome despliegue de efectos digitales en Can You Imagine That, un estilo practico en Turning Turtle, un épico despliegue tradicional en Trip a Little Light Fantastic y claro, una fantástica secuencia de animación en The Royal Doulton Music Hall y A Cover is Not the Book. Todo está representado y en armonía, y por más que no haya un hit instantáneo entre las melodías, todas son memorables y viven en perfecto balance.
En 2013, Disney estrenó El Sueño de Walt (Saving Mr. Banks), película que retrataba el tiempo que necesitó Walt Disney para convencer a P.L. Travers de que cediera los derechos de Mary Poppins para el cine. Dicho relato demostraba la clase de magia que esta empresa era capaz de conjurar, y de como se tomó la obra de Travers bajo la promesa de que sería tratada con el mayor de los cuidados. Si me preguntan, el estreno de una secuela al clásico de 1964 no suena a mucho cuidado, sin embargo, uno puede notar el cariño que Disney le tiene a este personaje, trazando una secuela que respeta demasiado al original y que pretende invocar las mismas alegrías de aquel film. Bailando y cantando melodías adecuadas y entrañables, la película desciende desde el cielo con las intenciones adecuadas, sin querer superar al hito original pero cociente de poder compartir parte de su dicha. Objetivamente, tiene sus deslices, pero subjetivamente, lo diré, El Regreso de Mary Poppins es supercalifragilisticoalidoso, y cómo sabrán, esa no es una palabra para usar a la ligera.