Crítica | La Mula (2018)

Un Eastwood justo

Clint Eastwood no le debe nada al cine. Tropiezos o no, su legado como actor y director alcanzó puntos gloriosos e intocables, logrando que ninguna FrancotiradorJersey Boys 15:17 Tren a París destrozarán su carrera. Por más que esas propuestas no le pasaran factura, es cierto, nadie disfruta viendo a un director prestigioso despidiéndose con incoherencias encima de su trayectoria, aunque esa imagen sigue sin representar al cineasta de 88 años. Especialmente hoy, ya que La Mula, su segunda película en 2018, perfectamente podría actuar como una adecuada despedida a su carrera. No por una calidad incomparable, sino por un grado de honestidad bienvenida, palpable incluso a través de un desperdiciado potencial.

La honestidad proviene de Eastwood, quien carga el film en su espalda como Earl Stone, un hombre sin salida a los 80 años, afrontando las consecuencias de malas decisiones económicas y un festejado egoísmo. Contra la pared, la película pisa el acelerador cuando Earl encuentra un trabajo de excelente paga. ¿El trabajo? Conducir. ¿El problema? Servir a un cartel mexicano y mover droga por los Estados Unidos. Con talento para la labor, Earl abraza su condición de criminal y empieza a disfrutar de sus ventajas, al menos hasta que se da cuenta que ser el trabajador favorito de un cartel puede costar caro.

La base de La Mula es reconocible, pero eso cambia de inmediato con la mano de Eastwood. No necesariamente como director, sino como el actor detrás del volante. Este relato de crimen predecible cambia por completo protagonizado por un hombre de la tercera edad, uno fiel a sus principios y personalidad. Esa es la primera de las honestidades entregadas por Eastwood, introduciendo parte de su reputación en este personaje forjado a la antigua, sin ansias de disculpas y dispuesto a aceptar las consecuencias de sus actos. El trayecto de Earl Stone, incluso basado en una historia real, marca un camino con el que Eastwood parece cómodo, y que dice algo de sus pensamientos más controversiales. Hay algo de su protagonista en Gran Torino aquí (ambas están escritas por Nick Schenk), solo que con una mayor aceptación del mundo moderno, y sea genuino o no, resulta un personaje creíble en manos de su director y protagonista.

La otra cara de la moneda revela al resto de La Mula, que con unos excedidos 130 minutos se obliga a mostrar más que a Earl Stone. Cuando éste comanda la pantalla, todo equivale a un thriller sencillo y parcialmente cómico, el problema es que hay más. La familia de Stone pasa a un plano fundamental en el desarrollo y su aporte corta gran parte de la credibilidad y energía con la que cabalga el film durante sus dos primeros actos. Lo mismo ocurre con el reparto estelar que persigue al protagonista. Bradley Cooper, Michael Peña y Laurence Fishburne representan a los agentes de la DEA detrás de la particular mula del título, y su participación es un desperdicio. Cooper tiene su aporte, y prueba su química con Eastwood, pero no hay razón para tenerlo aquí.

Por todo lo que hace y dice bien, La Mula casi siempre suelta una palabra de más o se pierde en su innecesario peso. Sin embargo, cuando introduce rarezas y sigue la ruta de su protagonista, se trata de un sólido thriller con personalidad, que encuentra a un Clint Eastwood comprometido, capaz de recuperar parte de la calidad perdida en sus últimos trabajos; especialmente al sacar su lado más ácido. Puede que eso garantice el precio de su entrada, visualizando a La Mula como una producción desordenada por su cuenta pero recomendable como cine de Eastwood.

Crítica Audiovisual

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