Crítica | Avengers: Endgame (2019)

Marvel Studios concluye su transformación a comic

Hay que empezar desde el principio. Para ver Avengers: Endgame y hablar de ella, el inicio es clave. ¿Cuál es ese inicio? 2008, cuando Marvel Studios soltó Iron Man en cines pretendiendo crear un impensable universo de secuelas conectadas, imitando los profundos enlaces del mundo de la historieta. En contra del pronostico, la propuesta dio frutos, y en poco tiempo transformó la conexión propia de comics en un lenguaje y deseo de Hollywood. Sin embargo, había algo más en la hazaña de Marvel Studios, había un sueño, una obligación. La necesidad de hacer que el espectador entendiera o empezara a vivir la infinita posibilidad de una historieta, de una legión de héroes unidos por un mundo imposible. Con sus personajes, conexiones y aventuras, Marvel le enseñó al desentendido y al experimentado a vivir un comic en la pantalla gigante; algo que se pensaba logrado, pero no, no a este extremo. Porque nadie había llegado al limite de una hazaña tan grande, algo digno de una conclusión como Avengers: Endgame, una producción tan hundida en las posibilidades y coherencias de un comic que consigue lo posible e imposible a la vez. ¿Lo posible? Concluir 22 películas de una forma acorde. ¿Lo imposible? Conseguir que este caos basado en los interminables confines de una historieta adquiera sentido y satisfacción dentro de una sala de cine.

Sin entrar en los indeseables y cargados spoilers de este capítulo, Endgame supone ser la continuación de Avengers: Infinity War, película que ya exploraba horizontes poco visitados en el cine de comics al subrayar la derrota de los protagonistas. Esa derrota es lo único en mente al inicio de este nuevo film, que definitivamente aparta tiempo de sus ligeros 180 minutos para afrontar el duelo y la magnitud de los eventos ya vistos, el claro móvil para los desolados vengadores. De esta forma, Endgame inmediatamente se enfoca en la mejor arma de Marvel, sus personajes. Lejos de ser una sorpresa, la entrega pone especial atención en los protagonistas más veteranos (Iron Man, Capitán América, Thor, Black Widow, Hulk y Hawkeye), que lógicamente merecen más tiempo y permiten un mejor desarrollo, lo que se traduce a un inevitable cierre de arcos, quizá la mayor novedad de esta franquicia tan centrada en continuaciones. Aunque antes de cerrar puertas, primero desafía las expectativas.

Muy enfocada en la educación del espectador sobre este universo de comics, la nueva Avengers le devuelve a su público al utilizar todo su pasado para trazar un camino. Esta aventura vuelve a ganarse la condición de «final» al recordar tramas, detalles y personajes para cerrar el circulo iniciado desde que el villano Thanos y su búsqueda de las gemas del infinito entraron en juego. Si Thanos o esas gemas no les suenan, entonces Endgame no su película, ya que ésta es una experiencia dedicada a los más leales, dándoles todo lo que querían (no se me ocurre mucho que no esté aquí) en un paquete de lo más impredecible. Para llegar a esa condición, la épica se las ingenia para esquivar gran parte de los elementos imaginados, aunque esas complicaciones pesan. Sumar lo impredecible, más los personajes, más el desarrollo, más datos nuevos y viejos hacen que la película sea un asunto caótico, ya sea por la escala o por la cantidad de fragmentos a balancear y procesar. Cada decisión que toma parece hundirla en más complicaciones que no se detienen a reconsiderar su estrategia. Ahora, la cinta se comporta así al querer llegar a dónde debe pensando en quienes la trajeron hasta aquí. Avengers: Endgame empuja para complacer los deseos de cada fanático, y sin importar si estuvo planeado de antemano, este final actúa como si cada porción de fanservice siempre hubiera estado a la vuelta de la esquina. Porque efectivamente es satisfactorio, desde la frase más obvia, el momento más profundo o la acción más instantánea.

Si la comparamos con su primera parte, el segundo episodio destaca por un argumento más grueso, lo que obviamente resulta en una épica más caótica pero emocionante. Ahora, si algo se destaca de esta historia dividida es su capacidad para balancear. Por una parte, Infinity War puede presumir de tener una acción más ordenada y disfrutable, aunque Endgame aprovecha más a sus personajes, incluso dentro de una trama en movimiento constante. Esa condición la hace un producto más melancólico, más apto para alcanzar la conclusión satisfactoria, la meta final aquí. Ver a los protagonistas clásicos embarcados en una misión basada en el sacrificio es un toque ideal que la cinta no menosprecia. Todo lo contrario, es su motor. Endgame es una mochila en los hombros de personajes que interesan, una aventura que permite verlos brillar como nunca. Ésta especialmente se siente sobre los protagonistas principales, Iron Man (Robert Downey Jr.) y Capitán América (Chris Evans), dos héroes que hacen la diferencia por todo lo que hemos visto de ellos en entregas pasadas. Esa clase de conexión es lo que despide poder de este experimento. Con Endgame, Marvel demuestra que su hazaña nunca fue desenterrar guiños de otras películas, sino que fue construir por encima de las demás. Leal a sus cimientos, Endgame nunca existiría o funcionaría sin su pasado, pero eso no habla mal de ella, sino que valida toda esta hazaña de 11 años.

No debo explicar la formula a la que obedece Endgame, porque hemos visto su tono en el pasado. No obstante, su aire de conclusión abre diálogos para tomar en serio dentro de la aventura, que caen con peso sobre los fieles de esta franquicia. El caos que siembra el fanservice o la cantidad de cabos abiertos y cerrados simultáneamente está enfocado en complacer, en crear un aterrizaje justo y épico para una apuesta impensable, y la intención se cumple. En su definición, no hay dos maneras de verlo, Endgame es una de la películas más grandes de la historia, sea por contenido, por riesgo o por escala; y con ese peso propone la madre de todas las películas conectadas, una que regala al fanático y crea la aventura máxima para alentar. Su forma de enfrentar los múltiples contratiempos y anticipación es mediante un producto de tres horas que nunca alcanza la monotonía y que pasa por cada una de las facetas que ha enfrentado este universo. Ahí regresa la educación, al ver como Endgame aprovecha los extremos de su trayectoria y corre lo más lejos posible. Si el universo cinematográfico de Marvel fue una suerte de clase de comics para el espectador de cine, entonces Avengers: Endgame es la última lección.

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