Crítica | Toy Story 4 (2019)

Al infinito y más allá

No era necesario. Puedo discutir la intención de múltiples secuelas a productos inmaculados, continuaciones innecesarias, no obstante, sería incapaz de encontrar el deseo narrativo para retomar una trilogía tan perfecta como la animada Toy Story. La franquicia estrella de Pixar obtuvo la conclusión ideal en 2010, una satisfacción narrativa que específicamente marcaba un punto final y proponía una situación que el prestigio de su estudio debía proteger. No había necesidad de continuar y aun así, aquí estamos, sucumbidos a una situación que solo podría entenderse como el exprimido de otra franquicia exitosa. Solo que no lo es. Volviendo a demostrar el cariño incondicional por su cine, Pixar ha creado Toy Story 4 con herramientas orgánicas e inesperadas, capaces de invocar una necesidad improbable a lo que debería ser una secuela insípida.

Con más de dos décadas de historia, Toy Story no debería necesitar introducción al continuar siguiendo a Woody, Buzz y su pandilla de juguetes durante sus pequeñas aventuras. Dicho eso, Toy Story 4 tiene que presentar su nuevo panorama, retomando la historia desde la tercera entrega, dónde los protagonistas quedaban a cargo de una nueva niña, Bonnie. La vida de los juguetes parece estar bien bajo este nuevo cuidado, aunque todo cambia cuando Bonnie introduce a un personaje bastante particular, Forky, un juguete creado por su propia mano a base de un cubierto de plástico. Abrazado su parte más sobreprotectora, Woody recibe a Forky con especial importancia, decidido a cuidarlo bajo cualquier pronostico. No obstante, ese cuidado lo mete en más problemas que soluciones, lo que da lugar a una nueva misión de rescate, reencuentros y la toma de importantes decisiones.

Pasado el punto de maduración proporcionado por Toy Story 3, secuela que sigue siendo imbatible, esta continuación no abandona ese aprendizaje y prosigue a analizar otros aspectos de interés en esta filosofía del juguete con vida. El propósito del juguete vuelve al centro al seguir a un Woody algo diferente, desarrollado de una forma creíble y con ciertas dudas sobre su propio destino, algo bienvenido y coherente bajo el cuidado de una nueva niña. Estos recursos endulzan emocionalmente al relato que, por sí mismo, sigue siendo otra excelente aventura, una con perfecto control de su estructura y un libreto cargado con diálogos hilarantes y las bases para un humor visual que siempre está aprovechado. Con 20 años en el juego, Pixar vuelve a enseñar ese cariño y control narrativo pero además trae una animación demasiado evolucionada, extremadamente pulida en detalle y creatividad. Todas las secuencias ofrecen, y narran de una manera hermosa, una incapaz de chocar con puntos bajos.

Todas las costumbres de Toy Story reciben buenas actualizaciones, trabajando con lo que la serie conoce mejor. Eso implica encontrarnos con una excelente colección de nuevos personajes, quizá la más novedosa en una de estas entregas. Cada juguete en escena tiene una buena introducción, así como ingeniosos y trágicos pasados que los definen de inmediato. Es más, Toy Story 4 reconoce la necesidad de frescura y nos propone pasar gran parte del tiempo con estos novedosos personajes, acompañados por Woody por supuesto, y un bello regreso de Bo Peep, personaje del pasado que recibe un merecido desarrollo adicional. Peep es una de las piezas fundamentales para demostrar la admirable adición de personajes femeninos en el film. Con una protagonista femenina para los héroes y otra para los villanos, la secuela hace un trabajo digno en comparación con otras superproducciones recientes y logra presentar personajes que demuestran su valor y que no dejan que el guion solamente hable del mismo. Eso es fantástico, y es la razón por la que cada adición funciona en este reparto de personajes, encontrándonos con ideas ideales para nuevos juguetes acompañadas de personalidades igual de ingeniosas y entrañables.

Siendo una película fácil de reconocer, la franquicia solo propone sacarle brillo a todo lo que suele tener, y eso también implica una emocionante presentación de temas alrededor de su concepto. La idea del juguete con vida sigue contando con hilo y la inclusión de nuevos personajes abre nuevas puertas, ahora, Toy Story 4 encuentra todavía más emoción a partir de la historia ya presentada, del desarrollo de protagonistas queridos y el cariño que hemos depositado en ellos. Los genuinos tormentos, dudas y preocupaciones de estos personajes animados vuelven a llegar a nuestro corazón por pura trayectoria y la mano de otra aventura capaz de sacarnos una risa y una lagrima. Ese poder no solo explica las razones para embarcarnos en otra travesía entre juguetes, sino que nos regala un bienvenido recuerdo de la magia depositada aquí, magia que cada vez es más rara en el cine. Comprometida con otro mensaje en sintonía con la serie, otra vez tratando temas de propósito, lealtad y maduración, Toy Story 4 encuentra a Pixar atreviéndose a reabrir su mejor relato para volver a cerrarlo con belleza y proponernos que sí existía una razón para narrar esta especifica historia. Al final, sí era necesario.

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