Tan mala como divertida
¿Hobbs & Shaw es mediocre? Si. No hay razón para rodeos, cuando una película se esfuerza por lucir su alma de cine exagerado y casi cómico, es esencial tomarla como desee, incluso si se trata de un entretenimiento tonto que desafía la gravedad e intenta separar más a una franquicia bastante alejada de la realidad. Por lo tanto, vendiendo mediocridad disfrutable, Hobbs & Shaw carga su farsa hasta dónde puede y abraza su categoría, todo para traer elementos entretenidos a un espectáculo ruidoso y por encima del límite. Uno que combina las sensibilidades de una superproducción actual con factores clave de lo que podríamos llamar un «cine sin vergüenza».
Anclada por título a la lucrativa serie de Rápidos y Furiosos, Hobbs & Shaw es el primer spin-off de dicha franquicia, y como tal, realmente se controla en lo que refiere a los elementos de su fuente. Casi no hay referencias a capítulos pasados, pero además, tampoco hay un énfasis en el núcleo de Rápidos y Furiosos: los vehículos de cuatro ruedas. Sí, hay autos en esta nueva entrega, sin embargo, éstos quedan detrás de las figuras de Luke Hobbs y Deckard Shaw, dos personajes caricaturescos de la serie interpretados por Dawayne Johnson y Jason Statham, y dos de los puntos altos en el reinicio de la franquicia. Puntos altos que, admitámoslo, ayudaron a transportar a esta serie al reino de lo excéntrico y exagerado. En dicho reino, es esperable que Hobbs & Shaw se comporte de forma mediocre en cuanto a básicos cinematográficos o narrativos, y no decepciona en ese frente. Específicamente, este es un spin-off que se rodea de diálogos extendidos y clichés, varios cameos, referencias innecesarias y una total falta de respeto hacia las leyes de la física. Cumple con todo eso, lo cual sonaría mediocre en cualquier papel, ¿pero cómo se culpa a una película de ser lo que debería ser?
Hobbs & Shaw no debería ser mediocre en su totalidad, pero con sus reglas, es necesario que mantenga un activo despliegue de exageraciones conscientes para entregar el entretenimiento que quiere. En esencia, la película actúa como adjunto que se permite cometer todos los pecados prohibidos para la cada vez más alocada serie de Rápidos y Furiosos. Realmente, no hay nada aquí que escape a la clase de piruetas que han estado representando a esta franquicia, aunque el aire es diferente, apostando por completo en una trama de espionaje y optando por la presencia de villanos con superpoderes. Eso último refiere a la introducción de Brixton (Idris Elba ), un antagonista de anatomía mejorada, capaz de aguantar los golpes mortales de los protagonistas. Uniendo a los personajes del título tras su comprobada química en Rápidos y Furiosos 8, Hobbs y Shaw son dos protagonistas de estilo B, indestructibles, que no podían enfrentarse a cualquier amenaza habitual; necesitaban algo que no fuera fácilmente golpeable, y esa necesidad es lo que empuja a esta entrega en direcciones más tontas. Hobbs & Shaw es el producto de una cadena, una que empieza por introducir aspectos más excéntricos y prosigue a necesitar de un tono que los haga funcionar. La película inmediatamente se presenta como el balance de esas decisiones, como los difíciles malabares necesarios para concretar un cine que reconoce su absurda calidad y que pretende divertir con ella.
Alrededor de su exageración, Hobbs & Shaw casi siempre balancea su caos en la dirección correcta, vertiendo acción y comedia en sus 130 minutos. Por su parte, la acción no se desvía de la acostumbrada en las últimas partes de Rápidos y Furiosos, una secuencia explosiva para cada uno de los tercios. En dichas escenas no se subraya lo realista, sino que todo se convierte en un festín cargado con canciones estruendosas y slow-motion. Si es por darle medallas, pueden felicitar a Hobbs & Shaw por ser la Rápido y Furioso con más cámaras lentas. Junto a ello se encuentra un guión abrazado a humor que normalmente aprovecha la buena química entre Dwayne Johnson y Jason Statham. Está comprobado, ambos encajan bien en una película de estas características y finalmente son la razón por la que el alma de este ridículo entretenimiento se traduzca a un culposo disfrute. Ahora, por más que los dos protagonistas puedan lidiar con lineas de insuperable tontería, algunos diálogos y tramas van más allá, a rincones dónde la consciencia del film no alcanza. Para su tercer acto, Hobbs & Shaw corre con aires de especial demencia, cambiando de entorno, proponiendo acción directamente ilógica y ya dibujando una narración alrededor de Dwayne Johnson (el actor, no su personaje) y sus raíces. Afortunadamente, se aprecia la presencia de Vanessa Kirby en el elenco, actriz carismática que resulta fresca en medio del constante choque entre Johnson y Statham.
En su estado actual, Rápidos y Furiosos mantiene una evolución hacia rincones cada vez más extravagantes, y su primer spin-off, si bien se aleja de los elementos particulares en la franquicia, conserva el alma de superproducción exagerada que ha funcionada hasta ahora. Por supuesto, la propuesta se ve obligada a ir todavía más lejos con su consciente exceso, y en ese trato invoca algunos de los peores momentos de la serie, pero esos terminan pasando algo desapercibidos en este paquete explosivo. ¿Cual es ese resultado final? Una cinta que tiene coherencia en el estado de su franquicia y que a la vez funciona por sí sola, dibujando un entrenamiento con pocos frenos y una constante excentricidad, una que lucha entre el acierto y el agotamiento. Más o menos disfrutable (eso dependerá de los permisos del espectador), Hobbs & Shaw puede enorgullecerse de ser exactamente lo que quiere. En ese sentido es un acierto, uno extremadamente caricaturesco.
Mala y divertida es lo que se le puede pedir a una peli de esta saga, así que puede que la vea, un placer culpable.
Placer culpable, definitivamente es uno de esos. Su «mala calidad» es parte de su encanto y parte de su propuesta, solo que hay instantes que se pasa de la línea.