Un crowd-pleaser ideal que desperdicia su oportunidad
La película crowd-pleaser o feel-good tiene un propósito claro. Es más, el mismo queda reflejado en el propio nombre del género. Ahora, pocos conocen la definición de este cine como Richard Curtis, autor de tantos clásicos encantadores como Realmente Amor, Cuestión de Tiempo, Cuatro Bodas y un Funeral y Notting Hill. Es difícil ir en contra de ese curriculum, aunque el mismo pesa al toparnos con sus nuevas propuestas, como es el caso de Yesterday. En esta oportunidad se trata de un concepto ideal para Curtis, el curioso caso de un mundo dónde la mágica música de los Beatles ha dejado de existir para todos menos un joven cantautor. En las manos de Curtis, hay una visión ideal en esa promesa, la posibilidad de jugar con otro personaje curioso en una situación única, un romance y un relato que se escribe por sí mismo dentro del marco crowd-pleaser. Desde el instante en que el primer hit de los Beatles suena en las manos del protagonista, el público responderá, pero teniendo ese as bajo la manga, es decepcionante que esta bienintencionada aventura no se esfuerce un poco más.
Titulada Yesterday en honor a una canción más que celebre, la película también utiliza el título para referirse al conflicto. Siendo más especifico, el relato nos une junto a Jack Malik (Himesh Patel), un músico buscando ser descubierto y sufriendo las penas del fracaso. A punto de tirar la toalla, su vida da un giro inesperado cuando es victima de un accidente que lo deja en el hospital. Al despertarse todo está en su lugar, excepto por un pequeño detalle, la banda inglesa The Beatles no existe. Abriéndose camino por un mundo dónde nadie ha escuchado las melodías y letras de los Beatles, Jack se plantea una oportunidad única de alcanzar el éxito: apoderarse de esas legendarias canciones y presentarlas bajo su nombre. Se trata de una premisa curiosa, tan fantasiosa como llena de oportunidades, y podríamos decir que Yesterday las aprovecha, es solo que no se nota un gran esfuerzo por disfrazar el homenaje a The Beatles o la facilidad para cobrar risas de mano de un concepto inmediatamente simpático. Sin muchas quejas sobre una idea que permite infinitos juegos, finalmente hay que poner la culpa sobre los personajes, quienes prohíben la diversión y emoción que pretende reflejar el proyecto.
Detrás de Yesterdary, hay que admitir que la decepción es doble al toparnos con un libreto de escasa magia para las manos de Richard Curtis y un proyecto de inspiración lineal para su polifacético director, Danny Boyle. A pesar de contar con una larga lista de géneros en su filmografía, Yesterday significa el primer musical para Boyle, por lo que decepciona ver que su estilo carezca de poder en las manos del relato. Lo interesante de Danny Boyle no resulta su paso por diferentes géneros, sino su capacidad para hacerlos funcionar o prestarles su propia voz. Aunque parezca un caso sencillo, esa voz no encuentra su espacio para cantar; correctamente, deja que The Beatles hagan el trabajo, y eso es tan esperable como tramposo.
El libreto de Curtis hace los deberes a la hora de jugar con su propia premisa. Sí, hay lugar para más, pero eso no opaca los momentos en que se aprovechan las oportunidades, como la recepción de los Beatles en una productora musical moderna. En realidad, cualquier esfuerzo alrededor de esta propuesta tendría su parte entrañable o cómica, así que resulta triste ver como los personajes evitan ese logro. El hecho de que sean parte de un relato envuelto entre el homenaje y la curiosidad no da rienda suelta para que los dos protagonistas, Jack y Ellie (Lilly James), tengan la aceptación del espectador. Incluso con dos actuaciones carismáticas sobre ambos personajes, ellos se vuelven un torbellino de problemas dónde el romance es de poco creer, fácil solución y unas cuantas trampas. A pesar de tener una playlist lista para sacarnos sonrisas, Yesterday también pretende enternecernos con su lección y su romance y no consigue ninguna de las dos.
Ideal para ser un crowd-pleaser, Yesterday tiene medio camino pavimentado al llegar. Por ello resulta increíble que sus personajes se sientan tan errados. La decepción termina respondiendo al potencial, topandonos con una comedia liviana que encuentra sus risas pero evita completar sus tareas. Yesterday es un divertido concepto poco aprovechado, un homenaje con altos y bajos, un romance perdido entre el carisma y las malas decisiones. Es cierto, existe una satisfacción aquí, una asegurada desde que entendemos el concepto, pero se esfuma con facilidad. Finalmente, esa clase de satisfacción subraya el título del film, porque mañana será difícil recordarla.