Una comedia seca de lenguaje inusual
La práctica definitivamente hace al maestro. En el pasado he elogiando el incansable esfuerzo del cineasta nacional Federico Veiroj (La Vida Útil, Belmonte). Aunque no necesariamente enamorado de sus variadas piezas o estilo, siempre he respetado y envidiado su capacidad para mantenerse activo, estrenando varios largometrajes en un territorio en el que no es especialmente sencillo tener una regularidad cinematográfica. Dicha regularidad convirtió a Veiroj en un director experto, capaz de meter las manos en un proyecto más grande, y eso es lo que ocurre en la peculiar Así Habló el Cambista, película que encuentra a su autor en un terreno diferente, dispuesto a adaptar e imponer una nueva táctica sobre su estilo acostumbrado. Más allá de que apreciara o no los trabajos de Veiroj, debo admitir su necesidad, su capacidad para traerlo hasta aquí, a una pieza de tono propio en un cine abierto a nuevos horizontes.
En el caso de Veiroj, es cierto, la práctica hace al maestro, pero no se aplica lo mismo a su nuevo protagonista, Humberto Brause (Daniel Hendler), un cambista en el Uruguay de los 70, profesión de aparente respeto, lucrándose con dinero de dudosa procedencia y metiéndose en problemas similares una y otra vez. Sirviendo de escondite ideal para clientes particulares, Brause se encuentra en una posición comprometida, una que llena sus codiciosos bolsillos y a la vez lo pone en peligro, pero como sugerí, su codicia prueba ser más fuerte. De esta propuesta ideal para una suerte de thriller, Así Habló el Cambista se queda con las particularidades de su protagonista, buscando dibujar una comedia seca, cuyo sabor momentáneamente parece único. La seriedad de los hechos se envuelven en una naturaleza extraña, dónde el excéntrico Humberto Brause marca el tono. Interpretado a la perfección por Daniel Hendler, el protagonista se aleja por completo de lo habitual, aparentando ser una caricatura en un mundo real. Sí, la película es formal en su presentación, pero Brause sirve como pieza para alterarlo todo. Detrás de un maquillaje exagerado pero ideal y un excelente trabajo físico, Hendler carga la película al lograr transmitir las cualidades más fascinantes de su personaje, su cobardía y su falta de límites. Ambas van de la mano, y no decepcionan, al conducirnos por un espiral de malas decisiones y tardíos remordimientos.
Basada en la novela del mismo nombre de Juan E. Gruber, Así Habló el Cambista evita muchos tecnicismos y trozos de sus conflictos, y lo hace para que seamos testigos de las formas en que opera el hombre en el centro, quien se dedica a resolver sus aprietos sin mirar a los que lo rodean. En cuanto el film indaga en los aspectos familiares, todo adquiere más tintes, traduciendo a Humberto Brause como un ser patético y a la vez sumamente entretenido. En ese aspecto, Dolores Fonzi merece respeto como Gudrun, esposa de Brause y un personaje más complejo de lo que parece. Como mencioné, el protagonista dirige al film, y con tal dirección, Veiroj presenta un tono particular para mantener cada elemento a flote. Si buscamos una referencia, puede que Así Habló el Cambista recuerde a cierto humor impuesto por los Hermanos Coen, mezclando comedia negra, chistes burdos, personajes inusuales y problemas serios, en un mismo paquete. Tal combinación es de especial inestabilidad, pero la cinta la domina por completo, solo resultando extraña al inicio. No cabe duda que la obra tiene problemas para comenzar, acomodando su tono y presenciando un abanico de escenas que resultan peculiares, no obstante, el segundo acto deja que todo fluya y es ahí dónde vemos las verdaderas cualidades en juego, el efecto de un libreto ingenioso y acomodado para una destreza particular. Una necesaria, dado que nos quedaríamos con poco sin el placer de su estilo.
Sobre cualidades, todo lo que hace al film original también lo hace difícil de digerir. El hecho de que Veiroj no indague en detalle sobre los conflictos de Humberto Brause, al punto de dejar varias incógnitas, consigue que la película viva una repetición que estudia a su personaje, y eso puede confundir a algunos espectadores poco preparados, especialmente a la hora de evaluar la tonalidad en pantalla. No obstante, el protagonista tiene elementos de sobra bajo la luz correcta, ya sea por su patética y cómica presencia, su falta de moral o la forma en que resuelve sus problemas. Habiendo visto estudios de personajes pasivos en manos de Veiroj, Así Habló el Cambista resulta activa en comparación, llena de una vida muy particular y excéntrica, introduciéndose en la seriedad de una recreación de los 70 para dejar una comedia seca. Llevándonos reflexiones curiosas de un personaje extraño, y sin lecciones por medio, ésta es una pieza inteligente y segura de sí misma, dueña de un lenguaje especialmente refrescante para el cine uruguayo.