Crítica | Star Wars: El Ascenso de Skywalker (2019)

Star Wars se desespera y decepciona

Fue un camino largo. Todavía recuerdo el día en que se anunció el regreso de Star Wars y la compra de Lucasfilm. Recuerdo dónde estaba, recuerdo mi asombro, porque cinematográficamente significaba mucho, tanto como para pasar a recordar la importancia de aquel primer paso, El Despertar de la Fuerza. Como primer episodio de un regreso que debía ser lucrativo, el negocio empujo el alma de aquel séptimo episodio, sin embargo, también había una noción nostálgica, había una responsabilidad por crear una superproducción que tuviera un alma memorable, incluso si eso significaba tomar prestado del pasado. De cierta manera, su repetición fue una decisión acertada, resultó una estrategia de reencuentro que construyó la idea de una trilogía viable y un futuro prometedor. Al menos así se percibía el 2015 de Star Wars, pero mejor pasemos a su 2017, año en el que obviamente recuerdo haber visto Los Últimos Jedi. No por su futura controversia, que también, sino porque efectivamente encontré dicha en esa secuela. A mi mente le costó procesarlo, por primera vez, pasada la repetición y la jugada segura, Star Wars se atrevía a cambiar un poco en aquel episodio ocho, y acertaba incluso frente a notorios tropiezos. Pero claro, como ya sugerí con la mencionada polémica, no todos son fanáticos de los cambios. Enfrentándose a una legión de seguidores disgustados con las diferencias en Los Últimos Jedi, el nuevo camino de la franquicia quedó frente a dos rutas: 1) La posibilidad de revertir el curso y ceder a todas las críticas o 2) Asumir los cambios y fabricar coherencia con lo presentado. Entonces, el 2019 Star Wars presencia uno de sus mayores retos, uno irónico, el escoger un lado. ¿Cuál era el lado oscuro y cuál el de la luz? Supongo que siempre fue subjetivo, al menos hasta ahora. Hablando de tantos recuerdos, hoy estoy convencido de que no recordaré El Ascenso de Skywalkerel aparente final de una franquicia histórica que eligió mal.

Ya sea que crean o no en su poder para concluir, Star Wars: El Ascenso de Skywalker impone una decisión contundente que dice mucho más de lo que sugiere su trama. Algo que tampoco es tan difícil, proponiendo que nos topemos con una nueva misión para salvar la galaxia y poco más. A ver, Star Wars nunca ha tratado de mucho más, no obstante, esta ocasión prueba ser diferente al entrar en este noveno episodio con una enorme lista de tareas que transmitan los aires de un final. Por ser específicos (y sin entrar en spoilers más allá de los presentados en su campaña publicitaria), la película nos reencuentra con Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega) y Poe (Oscar Isaac), los rebeldes protagonistas, a medida que intentan localizar al aparentemente resucitado Emperador Palpatine. Dicha figura persigue a la resistencia, y por ende vuelve a poner a la galaxia en el filo, especialmente al sumar a Kylo Ren, el ahora líder la Primera Orden y la peor noticia para Rey, a quien debe asesinar para acabar con los Jedi. Existe poca distancia entre este planteo y el de episodios anteriores, aunque la gran diferencia es la suma de factores para transformar este asunto en una supuesta épica final. La necesidad de elementos adicionales supone un problema, así como una incapacidad para utilizarlos, pero el mensaje detrás de ellos pasa a dejar un sabor de boca todavía más desagradable.

Si mencioné el contexto de su trayecto es porque el mismo revela los parches de El Ascenso de Skywalker, película que efectivamente decide cambiar el rumbo de Los Últimos Jedi para intentar dejar un producto de satisfacción general. Es claro, la maniobra no funciona, ahora, no solo por la naturaleza de la misma, sino porque ésta está ligada a la destrucción de caminos cubiertos y a la obligatoria adición de momentos icónicos o deseados incluso si los mismos desafían a la trama. Este episodio resulta un esclavo de la contradicción, vendiendo gran parte de su legado a cambio de una satisfacción que cuesta cara y que no conforma. Empezando por el mencionado Emperador, legendario antagonista de la saga y un hecho desde los afiches de esta secuela, el villano evidencia todas las malas practicas, porque señala la falta de un rumbo, porque revela los parches y porque no funciona. Casi todas las frutillas que Star Wars decide poner sobre esta última torta no fortalecen o se aprovechan. Como mucho, cada guiño y novedad nostálgica deja una pasajera sonrisa, pero la misma es seguida por una pregunta acerca de su propósito. Si un termino estará ligado a El Ascenso de Skywalker es el de «Fan Service», por toparnos con un episodio más parecido a un fan fiction que a una película final. Lo he dicho en el pasado, esencialmente no existe nada malo con el fan service siempre que el mismo encuentre su lugar y ofrezca verdadera dicha. Como está presentado, me atrevería a decir que ni siquiera aquel que lo exigía tendrá lo que buscaba. En efecto, hasta el mayor extremo o cambio de rumbo llega a un destino pobre, poco satisfactorio, a un área en la que se permite cualquier cosa y a la vez se ponen limites. ¿Quieren que Star Wars pierda el control? Adelante, pero asegúrense de aprovechar los extremos, de lo contrario, cada uno parecerá innecesario.

Si es por señalar, el destino de la renovada Star Wars nunca tuvo un claro culpable. Sí, es probable que la falta de una estructura básica para la trilogía fuera un error y que un solo director o guionista era una mejor idea. No sé dónde estará el culpable, pero la cinta a pagar aparece ahora, demostrando un deseo bastante desagradable por satisfacer, uno que expone un mensaje general muy duro. Frente a la desesperación, parece que Hollywood no confiará en sus propios aciertos, y que al final del día, si la respuesta es fuerte, la misma terminará dictando más que cualquier visión. Mirando el lado positivo, el resultado de El Ascenso de Skywalker presenta un producto que demuestra que esa desesperación no es el camino, que la misma efectivamente puede llevar al lado oscuro. Un lado dónde se puede sentir la acelerada producción y la falta de un rumbo.

Analizada la naturaleza que explica sus heridas, esta conclusión también ofrece escenas memorables y algún arco correctamente cerrado. Si es por secuencias, la cinta finalmente alcanza una lucha de sables de luz sostenida que pertenece a lo épico, eso sí, aun se queda a la sombra del fugaz y memorable combate sobre el final de la entrega pasada. Si es por acción ahí yace el momento icónico, dado que el resto está a merced de mucha exposición y la presentación de nuevos y casi innecesarios personajes. Apenas hemos visto la química entre Rey, Finn y Poe por lo que sumar no mejora la situación. Pero refiriéndome a los protagonistas, si es refrescante ver al trío principal viviendo una aventura bajo una notoria unión. Star Wars siempre mejora a través de su camaradería y aquí volvemos a recibir ese aspecto. Puede que éste funcione en base al regreso de J. J. Abrams tras El Despertar de la Fuerza. Abrams recupera esa química entre personajes, y eso es bienvenido, especialmente al sumar a un aprovechado C3PO. Será un clásico, pero el androide dorado finalmente recibe la chance de brillar en esta nueva etapa. Ahora, el tiempo utilizado en la química pasa a ser un tiempo que no se ve en el desarrollo, lo cual es problemático, salvo por el caso más solitario. Kylo Ren, el villano con el arco más interesante, es el único que llega a buen puerto, siendo exprimido en cada escena para que su conclusión sea coherente y satisfactoria. ¿Podría ser mejor? Seguro, pero al menos escapa al mezclado destino de Rey, la verdadera protagonista, quien es empujada por un pasillo estrecho lleno de intereses diferentes y un final medianamente satisfactorio.

Incluso sabiendo que la franquicia seguirá dejando películas, series y más contenidos, prometer un final para Star Wars no es algo menor. Hay una responsabilidad que debería ser considerada hasta por el Hollywood más desinteresado. Esa responsabilidad debería equivaler a una visión, la suma de miles de elementos prefabricados pero bien ordenados, la noción de que cada factor tiene lo necesario para cubrir algo más que una simple referencia. Por más que tenga sus momentos como superproducción ágil y hasta un par de cierres correctos, El Ascenso de Skywalker se vuelve un ejercicio centrado en lanzar referencias o incoherencias con tal de rescatar a una trilogía que no necesitaba ser salvada de su honorable intención. La mayor intención desplegada aquí responde a la desesperación, a la necesidad de satisfacer sin evaluar el precio, sin darse cuenta que el propio capítulo final de Star Wars se transforma en una ventana hacia parches y rumbos mal encarados o poco memorables. Es esa desesperación la que contrata un ejército de caminos fáciles, cuyo mayor crimen es aparecer en el escenario sin siquiera ser aprovechados. Más que con una última película, la saga de Skywalker culmina con una trilogía, una que pierde su estatus en la recta final, que tropieza, no porque la fuerza no la acompañe, sino porque decide dejarla de lado.

2 comentarios en “Crítica | Star Wars: El Ascenso de Skywalker (2019)

  1. Fa… salvo la crítica puntual de «Capitana Marvel» siempre estoy de acuerdo contigo. Temo ahora por ver este episodio en cine la semana que viene. Después de que lo vea te paso mis comentarios.

    Gran review como siempre.

    Slds,

    1. Hola Eduardo, en este caso espero que no estés de acuerdo y que la disfrutes un poco más que yo. Gran parte de lo que se lee arriba fue un tema de decepción, pero puede que tu encuentres más en la película. Esperaré tu comentario. Saludos!

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