Crítica | Soul (2020)

Un alma entre dos mundos

En el pasado he tenido suficientes críticas para Pixar y sus esfuerzos animados menores, así como elaborados elogios para sus aciertos, pero lo cierto es que, con más de 20 largometrajes estrenados, el galardonado estudio bajo la sombra de Disney nunca me había dado la sensación que me produce hoy. Soul, su gran apuesta para 2020, que finalmente llega por la vía del streaming tras varios atrasos, no representa baja calidad o intereses sencillos, sino que presenta una combinación de intenciones valientes y un cumulo de traiciones. Mirando el lado positivo, ese desbalance se debe a que el film tiene algo que sabotear, algo bastante genuino, libre de otras ataduras a las que Pixar ha estado sometido en el pasado. Perder esa posibilidad de avanzar en su conclusión, de narrar bajo otros términos, duele. Pero incluso frente a una decepción final, existe una gran satisfacción al aceptar que Soul, aunque imperfecta, nos regala la bella prueba de que Pixar sigue creciendo.

Soul no está lejos de lo acostumbrado en Pixar, al mirar la vida con un ojo fantasioso y jugar con el concepto de las almas, pensando de dónde vienen y a dónde van una vez que morimos. El concepto encaja con Pixar, principalmente porque recuerda al trabajo pasado del director Pete Docter, Intensamente, solo que en vez de animar el funcionamiento de nuestra mente, Soul le da forma a nuestra identidad, nuestro espíritu. La trama se forma alrededor de Joe, un pianista frustrado que, en el día más importante de su carrera, sufre un grave accidente. Mientras su cuerpo permanece en coma, su alma queda varada entre la vida y la muerte, y al enfrentarse al hecho de que todo ha terminado, Joe busca romper las reglas y regresar a su vida, dónde las cosas finalmente empezaban a funcionarle.

Conociendo el trabajo de Pixar y de Pete Docter, Soul sugiere una narración cargada de temáticas emocionales, una que vuelve a poner a la muerte en el centro. Sin embargo, su trama no parece tan pulida y aventurera como otras dado que el libreto obedece a algo más maduro y reflexivo, empezando porque, en un principio, la cinta no es más que la historia de un músico frustrado por su vida y deseos no cumplidos. Desde su premisa e incluso su animación, hay algo más humano en Soul, lo que invita a Pixar a pisar terreno más incierto. El percance en el que termina el protagonista trata sobre la muerte pero también involucra interrogantes acerca de las pasiones que nos mueven y la búsqueda de la felicidad. Es así que el libreto se mete en lugares delicados, cuya profundidad asombra al seguir hablando de una película que, pasado su primer tercio, recae en situaciones cómicas y conflictivas que hemos visto antes. Desde el momento en que Joe se cruza con 22, un alma que no tiene pasión o propósito para ir a la tierra, ambos se adentran en la clase de aventura clásica de Pixar, dónde una idea simpática prosigue a ofrecer momentos humorísticos, dramáticos y memorables. El hecho de que exista un lugar común en Soul no hace que su trama resulte menos seria, ya que sus secuencias más memorables obedecen a algo más que lagrimas fáciles. Comparada con Unidos, la otra propuesta de Pixar en 2020, aquí no se siente una manipulación o el trabajo de una trama perfectamente aceitada, se puede percibir una sinceridad diferente, una madurez prometedora que se vuelve el punto más alto y, como anuncié, el mayor problema.

Ser sincero también supone ser consistente y Soul presenta una sinceridad de la que se arrepiente a último minuto. Sin necesidad de exponer los detalles del tercer acto, es posible decir que la conclusión que escoge el film es injusta, un final centrado en una contradicción al discurso que valientemente expone. Es posible que la película no apunte a un mensaje particularmente feliz, aunque si acepta con alegría un final justo, al menos antes de que el libreto decida que terminar de esa manera es inadecuado o poco conveniente. Soul apunta a un hecho simple, que la vida es finita pero que está llena de dicha y emoción. Es el mismo mensaje de otras tantas cintas feel-good, con la diferencia de que lo nuevo de Pixar está dispuesto a transmitir eso con los pies en el suelo, usando fantasía sin olvidar la realidad. No es que personalmente crea que existe un final más adecuado, el propio camino del film apunta en esa dirección, prepara al protagonista para un viaje difícil que casi afronta. Para Joe, las lecciones quedan aprendidas, pero el efecto en el espectador es diferente.

Aunque un minuto final pueda parecer insignificante, para Soul lo es todo. La conclusión en el nuevo film de Pete Docter enseña que Pixar está dispuesto a transitar territorios maduros siempre que no sea necesario afrontar todas las consecuencias que eso implica. En efecto, la conclusión sabotea el gran potencial del film, pero tampoco elimina los bellos momentos de animación o los ingeniosos detalles que provienen de ver a un alma perdida entre la vida y la muerte. Curiosamente, ese lugar entre dos mundos resulta perfecto para definir a Soul, siendo un película parada entre un deseo por madurar y otro por complacer o ser conveniente.

Crítica Audiovisual

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