Familia imperfecta, película perfecta
Extrañaba la clase de conexión que puede darnos una película como La Familia Mitchell vs las Máquinas. Parada entre la comedia familiar y la aventura de acción o ciencia ficción, lo que sugiere es extraño, pero de la mano de los productores Phil Lord y Chris Miller, expertos en películas frenéticas, el primer largometraje del director y guionista Michael Rianda resulta un viaje alocado pero cálido, capaz de provocar carcajadas fuertes y lagrimas sin manipulaciones. Por supuesto, eso si no está ocupado orquestando una maravillosa escena de acción. Habitualmente puede que reservemos este tipo combinación para aquellas superproducciones soñadas donde todo está perfectamente balanceado. Pero no, como con los héroes de esta historia, la genialidad aparece en donde menos la esperamos. Sí, hasta en una animación estilizada donde una familia disfuncional lucha contra una rebelión de robots.
Se me ocurren muchas formas por las que La Familia Mitchell vs las Máquinas podría fallar. Todo está en su premisa, en la que una familia corriente se cruza con el fin del mundo. Como suena, la tecnología de una empresa multimillonaria cobra vida y el futuro del planeta queda en manos de los Mitchell, los únicos humanos libres y también los menos indicados para salvar el día. Un padre anticuado, una madre preocupada por las apariencias, un hijo obsesionado con los dinosaurios y una hija deseando ser independiente como cineasta; así se resume a los Mitchell, a quienes no llamaría un grupo de héroes cotidianos. La combinación de elementos inesperados es el as en la manga, viendo como la película aprovecha la frescura del argumento y procede a introducir todos los géneros que puedan desprenderse de este. Géneros ejecutados con una energía envidiable, con la que es difícil saborear cada chiste o detalle.
Esta es otra producción encabezada por Phil Lord y Chris Miller, por lo que su calidad no es tan inesperada como sus excentricidades. La mencionada pareja consiguió fama depositando sus ideas en proyectos que, desde afuera, parecían condenados al fracaso. Su Lluvia de Hamburguesas proponía una trama centrada en comida cayendo del cielo, The Lego Movie encontró genialidad en un producto diseñado para vender juguetes y 21 Jump Street jugaba con los clichés de su género y con el hecho de ser una idea repetida. Todas compartían la misma energía, y la La Familia Mitchell vs las Maquinas no es diferente, luciendo una mentalidad clara. Si hay lugar para más humor, el guion no perderá la oportunidad de aprovecharlo, al igual que su animación tampoco pasará por alto los momentos para enriquecer la historia o mejorar un chiste. La película no parece tener frenos porque no es habitual ver una aventura tan cargada de buenos momentos, compuesta por escenas emocionantes, graciosas y conmovedoras, todo a la vez. Se enfrenta al cine como si fuera una oportunidad única y se ocupa de exprimir cada segundo. Específicamente, sabe sacarle jugo a su animación, que funciona en diferentes niveles. Por un lado está su parte frenética, que puede disfrutarse cada vez que se ejecuta una escena de acción. Luego está la estética elegida, que combina la animación 3D con fondos y técnicas de dibujo en dos dimensiones. Por último, una capa de detalles nos regala el punto de vista de la protagonista, la joven y entrañable Katie Mitchell. Esto habitualmente se traduce a varios dibujos a mano por encima del mundo tridimensional, aunque también puede ofrecer algún elemento aleatorio, probablemente ingenioso e hilarante.
Si suena como una aventura fuera de control, es porque en papel lo parece. Ahora, frente a su ejecución, sus múltiples impulsos están controlados por las temáticas. Lo más predecible aquí son esos mensajes al final del camino. La Familia Mitchell vs las Máquinas, originalmente titulada Connected, trata sobre una familia desconectada que directamente lucha contra la tecnología, algo que los ha separado. Con ese problema, hay una conclusión esperable, que la tecnología es nociva y que la familia va primero, pero la solución resulta más genuina, encontrando un punto medio que sugiere que los avances tecnológicos pueden alejarnos así como unirnos. Eso es más justo, y asiste en la simple pero emotiva relación de los Mitchell, especialmente en el vinculo entre padre e hija. Es con ese que la película se supera, dibujando un conflicto creíble y de bello resultado, que incluso elogia al cine, viéndolo como arte para transmitir aquello que uno no puede exteriorizar.
Es interesante que La Familia Mitchell vs las Maquinas hable tanto acerca de conectar, porque es especialmente fácil entrar en su juego y perderse en su frenética aventura. El guion ofrece un nivel de ingenio que solo es superado por la animación que lo pone en pantalla, la cual es suficiente para hacer que el viaje junto a la familia Mitchell valga la pena. Una vez junto a estos personajes, será difícil separarse, porque junto a ellos se experimenta una aventura interesada en exprimir cada segundo a su disposición. Si esos segundos son usados para hacernos reír, llorar o para llenar la pantalla de acción, no importa, seguro están bien utilizados.