Crítica | Jungle Cruise (2021)

Aventura en papel pero no en pantalla

Puede que no lo parezca a primera vista, pero ver a Disney haciendo cine alrededor de una atracción de uno de sus parques no es lo peor de su interés en explotar franquicias reconocibles. Para el catalogo reciente de Disney, donde las secuelas y remakes mandan, basarse en una simple atracción supone un lienzo en blanco, donde solo es necesario seguir un par de reglas y tener algunos guiños. El lienzo al que me refiero es el que nos regaló la primera Piratas del Caribe en 2003, película pensada en torno a los parques de Disney que fabricó una franquicia bajo sus propios méritos. Entonces, existen antecedentes para el éxito de algo como Jungle Cruise, otra película que nace de una atracción y donde la libertad es lo más digno. Mientras hay algo en lo que basarse, esta nueva aventura original se queda con lo básico e intenta asombrar de forma tradicional, con una travesía de tesoros, maldiciones y peligros de la naturaleza. Es necesario mencionar la presencia de esos elementos para no despreciar su honorable interés en un cine de otro tiempo. La nostalgia la mueve, aunque sus toques modernos y un mal manejo de ese género que aparentemente admira, evitan que esta sea otra aventura con el sello mágico de Disney.

Obteniendo la pieza esencial para descifrar una leyenda y encontrar su tesoro, una joven intrépida y su hermano, se enfrentan al peligro en un país lejano mientras escapan de otros interesados en el mito en cuestión. En el camino se topan con un aliado acostumbrado a la aventura, que los ayuda a encontrar el tesoro y a escapar de los peligros. Puede que el argumento de La Momia de 1999, al que refiero arriba, suene familiar mirando Jungle Cruise, porque ésta sigue la misma trama detalle a detalle. No hablo de La Momia para introducir una comparación fácil, sino que sirve para entender la misión de Jungle Cruise, aventura que, aunque fallida y solo momentáneamente entretenida, zarpa con los ejemplos correctos. Aquella película protagonizada por Brendan Fraser podrá ser superior, pero lo cierto es que también tomó prestado de Indiana Jones por ejemplo. En un género como el de la aventura, no es necesario reinventar la formula, porque la misma suele obedecer a ejecución, no a novedad. Es un género más difícil de lo que parece y eso queda demostrado aquí. Durante una de las escenas de acción iniciales, la música de James Newton Howard pone énfasis en cada puñetazo o chiste, y aunque parezca molesto, es una táctica tomada de las mejores películas del género. Esa es una prueba de donde está el corazón de Jungle Cruise, de lo que quiere ser, pero también demuestra que tener los elementos en escena no es suficiente.

Aunque opte por ser una aventura tradicional, Jungle Cruise está contaminada por otras decisiones que manchan el camino, que infestan los ríos de su historia con villanos algo exagerados, giros poco desarrollados y un insípido uso de efectos digitales. De alguna manera, la propuesta nos enseña lo que supone un cine de aventura en sintonía con la superproducción básica de hoy. Sus virtudes también son debilidades porque, aunque reconozca lo que hace a una aventura, la película no logra ver lo que conecta a cada elemento. Por un lado aprovecha el carisma y química de sus dos estrellas, Dwayne Johnson y Emily Blunt, y por el otro lo desperdicia, al no darles mucho que hacer más que repetir una misma discusión. Tratándose de una leyenda antigua y maldiciones, el libreto carece de escenas que urgen en todo eso. El objetivo es claro, encontrar un antiguo árbol sanador, y su descubrimiento solo es retrasado por peligros puntuales, por el recorrido hasta la cruz en el mapa. Para tratarse de una aventura, aquí falta un factor de descubrimiento, uno que incluso Disney supo presentar en su propia versión de Indiana Jones 15 años atrás con National Treasure. El título de Jungle Cruise refiere al barco que transporta a los protagonistas, como un foco de aventura y entretenimiento, pero cuando el barco finalmente llega a su destino, es normal preguntarse por qué tardó tanto. 

Si Jungle Cruise me decepciona es porque, en el inicio, es capaz de pararse junto a otras memorables películas del género. En su primera media hora hay acción en locaciones reales, promesas argumentales y una sólida presentación de las piezas en juego. ¿Qué la aleja de ese camino ideal? Contradecir todos sus puntos fuertes. La acción pierde filo en manos de los efectos digitales, y su leyenda se complejiza por necesidad y sin aviso. Es cierto que el carisma de los protagonistas le regala un aire ligero y entretenido, aunque ese se toma libertades de más, pisando territorios absolutamente exagerados. El director Jaume Collet-Serra proviene de cine más orientado a la acción o terror, y esos intereses parecen salpicar a Jungle Cruise, creando armas de doble filo que enriquecen algunas escenas descartables y estropean otras funcionales. Es cómico que el villano vaya perdiendo la cordura a medida que los héroes frustran sus planes, ahora, verlo en la superficie de un rio disparando desde un submarino gigante, cantando de forma aleatoria o hablando con abejas, eso demuestra ser demasiado. La película busca su propia voz en esos instantes y luego se contradice cuando opta por lo evidente o aleatorio, como elegir Nothing Else Matters de Metallica como pieza principal de su música. No hay justificación para usar la canción, y desentona, pero lo peor es que parece un parche, algo que le de identidad a una película que parece tener problemas para encontrar su propia esencia. Como dije, el cine de aventuras no necesita reinventar cada uno de sus factores, con una buena ejecución basta. Si bien Jungle Cruise sabe que clase de película debería ser, nunca consigue transformarse en ella. Navega ríos que aparentemente conoce, pero los mismos no son tan fáciles de cruzar.

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