Críticia | Eternals (2021)

Horizontes falsos

Para bien o para mal, me he pasado hablando de formulas durante los últimos dos años de Marvel Studios. Lo que comenzó como apuesta en 2008 de la mano de Iron Man fue transformándose en una serie de estrategias que han ido dejando rastro alrededor de varias entregas en un universo que cada vez crece más. Dichas técnicas no destacan por creatividad, sino que lucen un interés en repetir éxitos incluso bajo buenas promesas y Eternals, la última novedad en esta franquicia, supone un producto demasiado ilustrativo de la esencia actual de Marvel Studios. Lo que se presenta como idea valiente se convierte en un ejemplo de cobardía que sucumbe a las obligaciones de un cine que empieza a parodiarse a sí mismo. El miedo a ser algo que el espectador menos exigente no festeje consigue que Eternals prometa nuevos horizontes para después abandonarlos en manos de un futuro que cada vez se ve menos prometedor.

En ocasiones, las formulas de Marvel funcionan. Han sido cómplices de varios éxitos, pero por supuesto, el interés en no arreglar algo que no está roto puede ser un arma de doble filo. El perfecto balance de Marvel nos llevó a la meta de Avangers: Endgame con pocos baches en el camino, pero de cara a una nueva senda, la idea de una formula comprobada ha ido mostrando sus años de la mano de películas como Black Widow o Shang Chiincluso si la última parecía querer escapar del molde. Si se trata de dejar el molde atrás, Eternals parece una propuesta desesperada por hacerlo, proponiendo algo ajeno a los superhéroes que Marvel ha mostrado y perdiéndose en los confines de su universo. Aquí no se explora la historia del mismo, sino que se aborda su extraña naturaleza. La película se centra en los Eternos, un grupo de poderosos individuos que caminan sobre la Tierra desde tiempos inmemoriales y cuya misión es defender a nuestro planeta de amenazas que van más allá de los conflictos humanos. Esa sola premisa es un oasis de creatividad que la película transforma en espejismo, una historia narrada entre milenios que termina como aventura rutinaria, donde deidades llenas de sabiduría y potencial narrativo terminan actuando en contra de la lógica hasta convertirse en simples humanos. Puede que exista valor en ver las debilidades y errores de personajes supuestamente divinos, especialmente cuando la historia va indagando en el origen y propósito de los mismos, pero Eternals no juega ese juego, su historia se va haciendo más genérica y su concepto pierde hasta la última gota de profundidad.

Dirigida por la reciente ganadora del Oscar, Chloe Zhao, con una duración de 157 minutos y dueña de esa mencionada premisa, Eternals está desesperada por alcanzar un nivel de seriedad que tiene prohibido en base a sus intereses reales. Por más que su ritmo sea más pausado o que no se entregue a la acción de primera, esta superproducción sabotea sus propias ideas con ejecuciones extrañas y la creencia de que un par de comentarios expositivos son suficiente para comunicar una temática. Es cierto que Eternals sugiere temas interesantes pero no pretende abordarlos, ya que pasado su primer acto, el asunto se vuelve una aventura cargada de chistes que desentonan y personajes que carecen de demasiada lógica. La película desmantela las promesas dado que cada decisión está a favor de un lógica fría y repetitiva. Es una traición a la posible valentía, la prueba de que este no es más que un producto tirado por dos intereses que no funcionan bajo tanta tensión. Por un lado, Eternals parece la pieza más grande en la historia de Marvel, absolutamente alejada de aquel pequeño comienzo que fue Iron Man, pero del otro lado no hay más que cobardía e incluso una falta de confianza en el espectador. Eso se nota de varias formas, pero el masivo texto que abre la película resulta un buen ejemplo. Varios párrafos explican los orígenes y bases de esta historia para que la narración vuelva a explicar todo otra vez. La redundancia es importante porque demuestra la falta de confianza en el propio cine. Un cine que tiene su propia voz de la mano de Chloe Zhao y el director de fotografía Ben Davis.

La parte más difícil de Eternals son los llamados de ayuda, momentos en que el arco de un personaje funciona, su fotografía escapa a lo obvio o su cimiento se hace interesante. La frustración producida por los gritos de auxilio enterrados por el miedo o la formula consigue que este sea un producto mucho más agotador que otros más obvios en el catalogo de Marvel. Entre la masiva cantidad de protagonistas hay aportes interesantes mientras que otros podrían desaparecer del libreto, y lo mismo ocurre con el extenso elenco, en donde ciertos actores destacan como Bryan Tyree Henry, Gemma Chan o Kumail Nanjiani mientras que otros están descolocados como Lia McHugh o Angelina Jolie. En su mejor forma, esta suerte de épica cósmica enuncia que existe la posibilidad de abordar el material de Marvel con preguntas más profundas. Interrogantes que indaguen en los amplios confines de un universo que en teoría se expande cuando en realidad sigue parado en un lugar que conocemos, un lugar capaz de sabotear las buenas intenciones. Por cada propuesta valiente, Eternals impone una docena de barreras para contradecir cualquier señal de sinceridad. En la búsqueda por ser diferente en un lugar donde no se le está permitido liberarse, la película se siente como producto fabricado por necesidades y no deseos, una narración que agota y en la que no se puede confiar. Una pantomima que aparenta algo en lo que no está dispuesto a convertirse.

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