Crítica | El Callejón de las Almas Perdidas (2021)

Monstruos Sin Máscara

Presentados en mundos despiadados, los monstruos de Guillermo Del Toro suelen conducirnos al verdadero demonio de su cine. El ser humano ha sido el vinculo entre las películas del director mexicano, quien acostumbra usar fantasía para iluminar la realidad. Por ello, enseñando las partes más desagradables del hombre y solo centrándose en este, El Callejón de las Almas Perdidas encaja en la filmografía de su director de forma singular. Los tintes macabros del autor caminan entre los vivos y entregan una representación directa de su habitual discurso. El hombre como monstruo es algo común para Del Toro, pero ver esa representación de forma tan evidente garantiza mayor profundidad y madurez.

Basada en la primera novela de William Lindsay Graham, Nightmare Alley narra los altos y bajos en la vida de Stanton Carlisle (Bradley Cooper), un hombre reservado pero carismático que toma los aprendizajes de un circo ambulante para escalar en el mundo del espectáculo y del engaño. En esa división entre espectáculo y engaño, esta segunda adaptación de la obra de Lindsay Graham (la novela ya pasó por el cine en 1947) le regala a Del Toro un espacio para sus virtudes. Su Nightmare Alley pone un aura sombría en el mundo del espectáculo de 1940 y un toque noir en las mentiras que lo rodean, presenta un viaje que se siente sobrenatural sin la necesidad de abandonar la realidad.

Dividida entre los espectáculos circenses baratos, los shows para ricos y una Nueva York envuelta en art déco, la película deambula con belleza, tomándose su tiempo para narrar una historia que parece clara desde el inicio. No obstante, la atmosfera se encarga de llenar los espacios, de acotar mientras la trama avanza con paciencia, asegurándose de que lo previsible arribe con peso. Nightmare Alley termina como un particular descenso a los infiernos, dueño de un poder que proviene de la paciencia. Ser paciente es fácil al perdernos en sus espacios artesanos, construidos frente a la cámara. Sea su tenebroso circo ambulante o los elegantes interiores de la alta sociedad, la dirección de arte deslumbra, especialmente cuando la vemos bajo la acostumbrada luz tenue. Esa es la luz perfecta para un protagonista que se mueve entre sombras, cuya manipulación de la esperanza y la desesperación conduce hacia más perversión. Nightmare Alley no se limita a señalar a un hombre como bestia, trata de desenmascarar múltiples monstruos, horrores del interior, del pasado, del deseo y del éxito.

El monstruo más extraño con el que lidia Nightmare Alley reside en la estructura. Con un prologo muy extenso y una serie de actos desbalanceados, la película propone una curiosa presentación, de aparente falta de rumbo incluso sabiendo hacia dónde conduce. Entender el destino no suaviza su último golpe. El perfecto plano final produce escalofríos que provienen del camino transitado. Son obra de una historia que, cómo su embustero protagonista, juegan con nuestra interpretación del material. El reparto ayuda a que seamos cómplices del mismo, contando con caras reconocibles en roles memorables. Bradley Cooper se sube a un carrusel de emociones como el protagonista, Cate Blanchett deslumbra como una suerte de femme fatale y David Strathairn destaca como un mentalista acabado. Esos son solo algunos de los personajes pintorescos que trae la película, una buena oferta para olvidar a las criaturas sobrenaturales de su director. Aunque la fantasía sea uno de los fuertes de Guillermo Del Toro, Nightmare Alley le da mejor hogar a sus discursos, le quita la máscara a sus monstruos. Estos corren a la luz desde el principio, libres y dispuestos a mostrar sus facetas más desagradables y fascinantes.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s