El héroe necesario
Cuando Christopher Nolan propuso Batman Begins en 2005, dicha película brilló por su calidad pero llegó más lejos gracias al panorama que la rodeaba. Las adaptaciones de comics y superhéroes eran recurrentes a inicios del siglo XXI, sin embargo, los métodos dejaban resultados olvidables y repetitivos. Lo que hizo Nolan rompía con los moldes, visualizaba el potencial de una historieta en el cine tras tanta reiteración. 15 años más tarde, podríamos observar a Matt Reeves y su Batman desde un lugar similar. Presentada en un panorama saturado con películas de comics ancladas a una única historia y moldes extremadamente repetitivos, la intención de Reeves llega en el momento indicado. Aprovechando las fascinantes temáticas de Batman, esta épica noir se dedica a reinterpretar a su héroe desde un lugar que se siente tan diferente como adecuado. Si esta fuera la puerta hacia un nuevo horizonte cinematográfico para los comics, sería un excelente lugar para volver a empezar.
Con un Batman establecido entre las sombras, que se presenta con lo que probablemente sea la mejor introducción del personaje en el cine, la película deja su huella de inmediato. Los intereses de Reeves quedan plasmados en solo 10 minutos y lo contaminan todo. Lo estético, lo tonal y hasta el propio género, todo se ve alterado en lo que resulta una adaptación alejada de las peores costumbres de la superproducción actual. Dejando los orígenes atrás, Batman propone a un Bruce Wayne (Robert Pattinson) joven y recluido, inexperto como su álter ego y extremadamente afectado por la trágica muerte de sus padres. Las bases presentadas son las mismas, su giro proviene de visualizarlas desde un punto de vista pesimista, razón para que ciudad Gótica se presente bajo una penumbra, dónde los criminales son despiadados y donde la figura de un justiciero resulta tan cuestionable como necesaria. El justiciero y su forma de operar es lo que queda en cuestionamiento para lo que realmente es un thriller de detectives, no un despliegue de acción y villanos pintorescos.
La estrategia de Batman es transparente desde la elección de sus antagonistas. Reinterpretando al Acertijo (Paul Dano) como un asesino en serie y jugando con las mafias de ciudad Gótica, todo alude a una búsqueda de realidad, de un Batman detective y no solo vengador. Es una bienvenida alteración para la presencia del personaje en el cine. El trabajo de investigación es una parte esencial del mismo y además implica la creación de un Batman que puede existir sin convivir con una escena de acción cada 20 minutos. En medio de su último conflicto, la confrontación física es conscientemente banal. Lo que le sigue es más importante para este reinicio, se entiende que el peso debe ser vertido sobre un acto que, amparado por una perfecta fotografía de Greig Fraser, trasciende más que cualquier secuencia de acción ofrecida. Por consecuencia, Batman se comporta como una experiencia atmosférica, rodeada de una desgracia que le sienta bien a un justiciero más dolido que de costumbre. El pesimismo es la única constancia para el Batman de Matt Reeves, aunque también es el motor que permite las temáticas más interesantes. Casi deletreado, el parecido entre Batman y los villanos resulta más cercanos que nunca. No es la primer vez que se oye, pero encontrarlo en un cine abrazado a la oscuridad lo hace superior, un hilo conductor impensable en aventuras de comics incapaces de escapar a la simple lucha entre el bien y el mal.
Al igual que cada exceso le sienta bien a este Batman, el suyo también es un camino rodeado de contratiempos. Con más relación con los policiales de David Fincher que con el pasado de Batman, el género brilla por la novedad más que por el misterio en sí mismo. Las interrogantes tardan en ser contestadas y no hay tanta tensión alrededor de la solución. Afortunadamente, todo lo demás mantiene la historia en pie, especialmente el sólido y parejo elenco. El grado de seriedad en juego es claro para todos los involucrados, logrando que cada escena clásica de thriller funcione con un Batman caminando disfrazado por las escenas del crimen. Ahora, el criminal en cuestión es quien hace la diferencia. Paul Dano logra ser tétrico como el nuevo Acertijo, y es perfecto para unir lo que proviene de la fuente con nuestra realidad. Es ideal para enfrentarse al Batman de Robert Pattinson, quien canaliza la trágica imagen de un joven consumido por un cometido que todavía no comprende del todo. Como lo mejor de su personaje, Batman le da más de un significado a la máscara del héroe. No importa si evita explorar sus mejores ideas o se obligue a subrayar lo que sería mejor ambiguo, lo que ofrece es una bienvenida y fresca interpretación de un cine que desesperadamente necesita voces individuales. Matt Reeves es una de esas voces, fiel a su óptica hasta el final, perdido en un planteo que recompensa mucho más de lo que decepciona. Batman intercambia las costumbres de su género por el suspenso de un cine noir; no está dispuesta a ser la película que su público anhela pero si la que su género necesita. Luce a un tipo de héroe capaz de cambiar a un cine cada vez más cómodo.