Sobria excentricidad
He seguido la carrera de Nicolas Cage en todas su eras, desde su cine más prestigioso a sus superproducciones taquilleras. Sin embargo, la actualidad es lo que más me interesa. Quién haya visto un par de películas del actor en la última década sabrá a lo que me refiero, hablo de Cage como interprete dedicado a protagonizar películas en cantidades casi industriales. No tiene nada de malo tener una filmografía sobrecargada con roles, casi diría que es un elogio, pero digamos que la calidad de ese cine reciente ha sido cuestionada repetidas veces. Así fue que la carrera de Cage tomó nueva vida y produjo la imagen de un actor dentro de películas mediocres y tonos nada sutiles. Hablo de historias habitualmente abocadas a la acción y el thriller barato, en dónde Cage puede entregarse a sus instintos más salvajes. Salvo algunas joyas particulares, estas películas lo convirtieron en otro interprete, un talento dispuesto a lo que sea, dividido entre solo cumplir con la tarea y entregarse de más a la misma. Para bien o mal, este se convirtió en un fenómeno fascinante, un actor estableciendo su propio género, al menos al punto de aludir a varias cosas al hablar de una película protagonizada por Nicolas Cage. Dentro de este panorama, la autoparodia siempre había estado en juego, ahora, no tanto como en El Peso del Talento, quizá el extremo más obvio, extraño y necesario dentro de la nueva filmografía de este mítico actor.
Con tantas películas mediocres o exageradas, la posibilidad de reírse de Nicolas Cage como leyenda del cine B o el cine estrenado fuera de salas era atractiva. Tanto que comenzó a formar parte de sus propios proyectos. Es difícil mirar películas como Willy’s Wonderland, donde Cage se dedica a matar a los animales animatronicos de un restaurante abandonado, y creer que el actor no es consciente de lo que está haciendo. Existe un grado de humor y parodia en los mayores extremos de esta extensa colección de películas, así que El Peso del Talento no es tan extraña, solamente es un producto de todo lo mencionado anteriormente. Aunque nacer de ese cine tan impredecible no sepulta a esta parodia en un lugar para entendidos. No, en realidad propone un lugar sano para Cage, un ambiente para reírse de sí mismo sin sacrificar lo que lo hace especial hoy y lo que lo hacía especial hace más de 20 años. Es un nuevo comienzo para el actor, donde interpreta una versión de sí mismo que roza la caricatura y también ofrece sinceridad. La versión que Cage da de sí mismo parece honesta, y es lo más interesante de la simple trama. La novedad proviene de ver a Nicolas Cage interpretando a Nicolas Cage, de verlo enredado con un criminal que lo admira y con quien acepta pasar tiempo con tal de ganar un poco más de dinero antes de abandonar su gran amor, la actuación.
La comedia y la acción en el tercer acto gobiernan la superficie. Ambas partes funcionan, pero son menores alrededor de la verdadera novedad, la de un actor de extensa carrera ofreciendo una suerte de versión alterada de sí mismo. El plan es crear una caricatura, una que incluso conversa con otro Cage imaginario. Lo interesante es que la caricatura se mezcla con un discurso que parece sincero, una oportunidad para que el actor se abra, donde naturalice aceptar un rol por dinero sin olvidar el cariño que le tiene a la interpretación. Cage es una figura incomprendida para El Peso del Talento, capaz de hablar en serio entre medio de varios momentos desenfrenados, de darle sentido a una carrera reciente cargada de películas descartables. La figura del actor reluce al no encontrarlo perdido, al verlo consiente del giro en su filmografía y jugando con la parodia. En pantalla aparece una personalidad que le queda bien al actor, que lo encuentra conforme de tener una carrera y de poder actuar.
Hay una parte de mí que hubiera preferido ver este guion con más imaginación o libertad, pero cargar a la película con referencias innecesarias o extremos absurdos solo nos hubiera dado otra propuesta similar a las que Cage nos tiene acostumbrados. Lo interesante de El Peso del Talento es que resulta una comedia de acción accesible y a la vez una obra enamorada con la figura de Nicolas Cage. Esa figura da frescura a la parte rutinaria que la rodea e incluso consigue presentar la excéntrica naturaleza de Cage al más desinteresado. Que se divierta con su protagonista sin perderle el respeto es algo valioso y casi más de lo que podría haberle pedido a este experimento. Puede que no impacte de maneras extremas o pierda el control de lo que tiene en juego, pero nada de eso implica que El Peso del Talento desperdicie su fantástica oportunidad. Entre lo sobrio y lo extravagante, esta comedia de acción encuentra el punto justo para luego dar un paso más sincero. El único problema es que hace trampa ¿Por qué? Bueno, por contar con Nicolas Cage interpretando a Nicolas Cage. ¿Para que engañarse? Con eso en juego, el fallo era imposible.